| Miércoles 25 de Junio de 2025
 



El tiempo - Tutiempo.net
ActualidadChaco.com en Facebook
 
 
...
Opinión
El escritor que se invitaba a sí mismo
Escritor itinerante, periodista de verbo inflamado, hombre de derechas liberales, libertarias y libertinas, sospechoso de fumar marihuana a hurtadillas, Jimmy Barclays, ya cincuentón, llega a Santiago de Chile después de tres años sin visitar esa ciudad.
Va a presentarse en un festival de autores, un congreso literario. No lo han invitado, se ha invitado él mismo. Ha comprendido que, dada su fama de agitador de escándalos, tiratiros verbal, hablantín inmoderado, solo visitará ferias de escritores si se invita él mismo, si se paga el boleto de avión y el hotel, si no pide viáticos ni honorarios y si, mejor todavía, compra un centenar de ejemplares de su más reciente título, a precio de descuento, para regalarlos a sus lectores menesterosos.

Nada más descender del avión, tras un vuelo de ocho horas desde Miami, Barclays se arrepiente de haber viajado. Por lo visto, el aeropuerto de Santiago ha sido modernizado, ampliado. Cargando un pesado bolso, jalando un maletín rodante, Barclays avanza a paso lento, mientras todos los pasajeros, en mejor estado físico, lo sobrepasan, andando deprisa. Fatigado, exhausto, sin aliento, Barclays recuerda a Coetzee: “soy un hombre lento”. Camina media hora a un ritmo pesaroso. No da más. “Debí pedir una silla de ruedas”, piensa. Después de pasar los controles, sube al auto que lo espera. Son las ocho de la mañana. El conductor es muy atento y habla de política. Es un hombre de izquierdas. Es encantador. Para complacerlo, Barclays se convierte en un hombre de izquierdas y le da la razón en todo. No quiere discutir. Está extenuado. Quiere dormir. Pero el tráfico es un espanto. Los autos avanzan a paso de hombre. Barclays se desespera, se arrepiente nuevamente de haber viajado. “Debí quedarme en casa”, piensa. Tardan más de una hora en llegar al hotel. Barclays ha elegido el hotel que siempre ha preferido en aquella ciudad, una torre moderna al pie del parque Metropolitano, con unas vistas impresionantes a la ciudad.

Barclays toma sus pastillas y espera el sueño. Son las diez de la mañana. No puede dormir. En la habitación vecina hay un perro que ladra. Barclays se queja por teléfono. Le dicen que el perro está solo en la habitación, sus dueños lo han dejado solo, por eso ladra. No hay modo de acallarlo. Barclays se enfurece, se impacienta, protesta. Pero él mismo tiene un perro en su casa en Miami, ama a los perros y comprende que está derrotado. Pide cambiarse de habitación. Se arrastra a una suite más grande. El perro ruidoso le ha ganado la batalla. Por fin, Barclays duerme a duras penas. Horas después, lo despierta el teléfono. Hay un periodista esperándolo abajo, para entrevistarlo. “Bajo en diez minutos”, dice Barclays, y se viste a toda prisa.

Ese hotel le trae buenos recuerdos. Allí conoció a una artista chilena y se enamoró de ella. Ocurrió hace veinte años. Barclays estaba de visita, presentando una novela. Le organizaron una fiesta en el piso veintiuno del hotel. La artista, de una belleza deslumbrante, estaba casada y tenía dos hijos. Se había hecho famosa porque hacía exposiciones fotográficas de gran excelencia artística. Había provocado revuelos parroquiales al fotografiarse desnuda y exhibir esas fotos sin el lastre del pudor. Aquella noche, la artista, María Santa Cruz, se acercó a Barclays y le dijo que le encantaban sus novelas. Las había leído todas. Se hicieron grandes amigos. Ella le hizo fotos. Se hicieron amantes furtivos, clandestinos. Ella estaba casada pero ya no amaba a su marido. Él se había divorciado recientemente de su primera esposa. Ella le decía a su esposo que Barclays era gay, completamente gay, un amigo gay tan pícaro como inofensivo. Su esposo le creyó: conoció a Barclays y este hizo alarde de su versión más delicada, su registro más afeminado. Barclays viajaba todos los meses a Santiago para ver a María Santa Cruz. Se encontraban siempre en ese hotel, en esa torre moderna, en la misma suite del piso diecinueve, la 1971. A veces se encontraban en un hotel de Puerto Madero, en Buenos Aires, o en un hotel afrancesado de Carrasco, en Montevideo. La pasión amorosa duró unos años. Se extinguió cuando ella se enamoró de un futbolista argentino. Ahora va a casarse con el argentino en febrero. Barclays y su esposa están invitados. No dudan de que asistirán al casamiento. Será doloroso, piensa él. Todavía la ama. Todavía le duele que ella lo dejase por el arquero de fútbol. “Seguramente el arquero es mucho mejor amante que yo”, piensa.

También en ese hotel con vistas al río casi seco, a las torres modernas de Las Condes, a los senderos enrevesados del parque y a los majestuosos picos de la cordillera, Barclays se enamoró de una jovencita, lectora de sus novelas, de padres palestinos, levemente gordita o rolliza, que era virgen y le entregó su virginidad con la misma solemnidad con la que Barclays aceptó la ofrenda, honrado, y la poseyó, mientras miraba de soslayo el televisor encendido, pues estaba jugándose la final de la copa del mundo de fútbol, una final que acabaron ganando los brasileños, a expensas de los alemanes. No fue fácil amar a la jovencita y ver el juego de fútbol, pero Barclays se dio maña para jugar, como los ajedrecistas, dos partidos al mismo tiempo.

Así como no ha tenido rubor en invitarse al festival de escritores en Santiago, Barclays tampoco se ha cohibido para sugerirse como invitado a ciertos programas de televisión. Algunos no le han respondido, o le han respondido con un silencio cortante. Otros, sin embargo, han saludado la envanecida iniciativa del escritor y, en efecto, lo han invitado, o han refrendado la invitación que él se hizo a sí mismo. Barclays sabe que no hablarán de sus libros, su carrera como escritor, su más reciente título en clave de humor. Sabe que hablarán de política. No le hace ascos a la política. Le gusta hablar de política. No toma prisioneros: fusila a todos, o a casi todos. Piensa que un escritor tiene que guardar una distancia moral del mundo del poder. Piensa que un escritor, o en general un artista, no debe condescender a ocupar cargos públicos, a convertirse en un político profesional. Recuerda que un escritor debe estar siempre en la oposición al poder, ser una piedra en el zapato de los poderosos, un tábano en el lomo de los mandones. Nunca aceptes una cancillería, un ministerio de cultura, una embajada, se dice. Nunca te rebajes a ser un político, se repite. Recuerda la frase de Octavio Paz: un agregado cultural tiene más de agregado que de cultural. Recuerda que Octavio Paz le dijo a Vargas Llosa: no seas candidato a presidente, es un gran error.

En los programas de televisión que visita, Barclays advierte que es bipolar y está chiflado, que no se distingue por ser una persona ecuánime, que no ha conseguido nunca ser racional, que todo lo que dice proviene de sus vísceras, sus entrañas, su bolsa testicular. Tras notificar a la audiencia de que está loco, procede a destituir al presidente de los Estados Unidos, por no ceñirse al imperio de la ley y abusar de su poder; a bombardear con misiles inteligentes a los espadones de la dictadura venezolana; a capturar al sátrapa bananero de Caracas, embutirlo en un mameluco naranja y subirlo a un avión rumbo a la justicia; a dolarizar la economía argentina; a enjuiciar a las monjas argentinas coludidas con los ladrones y los pícaros que les avientan bolsos con dineros robados; a acusar al Papa de peronista agazapado; a invadir y libertar la isla de Cuba; y a confesar que el matón homofóbico que gobierna Brasil ejerce sobre él una enfermiza, quemante atracción erótica. El público y los anfitriones se ríen y no toman en serio a Barclays, que es precisamente lo que él quiere. Ha comprendido, tras décadas de fatigar la vida pública, que no importa tanto quién tiene la razón, sino quién sabe entretener a la audiencia. Aunque trabaja como escritor y periodista, es también un comediante frustrado. Por eso, hace veinte años, estrenó un monólogo de humor en un teatro de la calle Corrientes, en Buenos Aires, y en un hotel de Viña del Mar, haciendo escarnio de sí mismo, burlándose de su impresentable vida amorosa. No le fue tan mal. Tampoco fue un gran éxito. Fue diabólicamente difícil hablar hora y media, a solas, de memoria, haciendo reír a un público que había pagado para reír. Se prometió que no lo haría más.

El festival de autores, o la feria de escritores, se celebra en un viejo edificio público, en el barrio de Lastarria. Como tiene fama de burgués, Barclays se viste apropiadamente de traje y corbata. Frente a una multitud que desborda el recinto y lo aclama (la mitad o más son venezolanos heridos de nostalgia), Barclays habla de pie, porque cuando está de pie las palabras le brotan o le fluyen más rápidamente que cuando se sienta, y pronuncia un discurso vibrante sobre el arte, el poder, el periodismo, la política, la familia, el amor. Mientras se extravía gozosamente en los meandros y las bifurcaciones de ese discurso improvisado, recuerda que ha nacido para hablar, para hablar en público. Lo supo su abuelo Jimmy, banquero prominente, cónsul inglés, cuando Barclays tenía apenas ocho o diez años. Por eso, al final de la cena navideña, el abuelo Jimmy hacía sonar una campanita y le pedía a su nieto que dijese unas palabras. Barclays se ponía de pie, nervioso, y hablaba en tono circunspecto, intelectual. Desde entonces se fue entrenando como orador de plazuela y charlatán incombustible, y ahora ya no hay quien lo acalle cuando le dan un micrófono y un café.

Concluido su discurso, Barclays firma libros y regala los cien ejemplares que ha comprado a la editorial. Sus lectores le regalan bebidas espirituosas, chocolates, camisetas, calcetines, lapiceros, banderas, poemas, manuscritos inéditos, bolsitas de marihuana: es la fama que tiene Barclays, se la ha ganado a pulso. Rodeado de guardaespaldas que lo llevan casi en andas, abriéndose paso entre unos lectores que parecen tan orates como él, Barclays avanza con una sonrisa, saluda como político en campaña y escucha que una joven le grita:

—¡Regálame tu corbata!

Barclays no lo duda, se saca la corbata y se la entrega. La chica lo sorprende: se quita una zapatilla y se la da a Barclays, quien la recibe, perplejo. Nunca le habían regalado una zapatilla usada, de mujer. Y no le regalan la otra zapatilla, solo una. Barclays sonríe, le hace adiós y piensa: “mis lectores están más locos que yo”.

Al día siguiente, en el aeropuerto, pide una silla de ruedas que lo lleve hasta el avión. Cuando alguien lo reconoce y le pregunta si está bien de salud, Barclays, actor melodramático, arlequín ventrudo, bufón peripatético, responde, muy serio:

—Mis enemigos me han penetrado contra natura.

Luego se ríe. Pero nadie se ríe con él, ni siquiera el muchacho que empuja la silla de ruedas.




fuente: Infobae


Domingo, 6 de octubre de 2019
...

Volver

Sociedad
Mercado laboral del Gran Resistencia en alerta: caen la actividad y el empleo y vuelve a crecer el desempleo
Locales | Según el informe de la Consultora Politikón, los nuevos datos del INDEC revelan una considerable desmejora de los indicadores del mercado de trabajo en el aglomerado del Gran Resistencia: al primer trimestre del año, las tasas de actividad y de empleo presentaron considerables descensos al tiempo que el nivel de desocupación dejó el proceso de moderación y mostró una nueva suba.
Sociedad
¿Qué y cómo hacer para evitar caer en estafas dentro de las redes sociales?
Locales | El personal de Cibercrimen recomienda comprar y vender por sitios oficiales y con posibilidad de rastreo y garantías. Marketplace tiene sus riesgos.
Sociedad
Cambios en WhatsApp: cómo funcionarán los anuncios en Estados y los canales pagos
Nacionales | La aplicación de mensajería sumó tres nuevas funciones para empresas y creadores de contenido. Las novedades no afectan a quienes solo usan la aplicación para chatear. Aunque no se informó una fecha específica para la activación de las nuevas funciones en Argentina, se espera que el despliegue alcance a todos los países donde WhatsApp está disponible.

RSS RSS RSS
RSS RSS RSS
Economia
Sueldo empleada doméstica: cuánto cobrarán por lo trabajado en junio 2025
Nacionales | En ausencia de una nueva actualización paritaria, el sector continúa rigiéndose por los valores fijados en la Resolución 1/2025, publicada por el Gobierno
Sociedad
Día del Padre: celebremos al hombre que nos dio la vida y enseñó a vivirla
Locales | El Día del Padre este año se conmemora el 15 de junio en la Argentina, una fecha orientada a celebrar a todas las figuras paternas en familia. Se trata de una costumbre que se festeja el tercer domingo de junio, en el que muchos aprovechan para agasajar, realizar regalos y reunirse a compartir un momento con sus seres queridos.

Accidente aereo
Publican el último audio del piloto del avión de Air India antes de estrellarse y la promesa que le hizo a su familia
Internacionales | Fueron 17 segundos de incesantes intentos por remontar el vuelo del Boeing 787 Dreamliner, donde murieron 241 pasajeros.(www.clarin.com)
Economia
Entre el dólar, Cristina, y el divorcio Trump-Elon Musk, el mercado se llena de dudas
Nacionales | legó finalmente el REPO “Mastantuono” mientras arde LA y los accesos a CABA. En las mesas ven con recelo la marcha de la economía. Repercusiones del divorcio del año.
 
 
 
 

info@actualidadchaco.com | redaccion@actualidadchaco.com
Copyright ©2011 | www.iefer.org.ar | Todos los derechos reservados
Fundación IEFER