Espectáculos "Hay que estudiar, formarse, no se nace actor" Interpreta a Marcos Guerrero, un chofer de barrio que se enamora de una empresaria, en la telenovela Dulce Amor. Dice que con su personaje comparte los códigos, los principios y el ser un remador. "Con Carina Zampini nos calienta tratarnos de usted", confiesa. Elige para su vida privada el perfil bajo y, aunque de seducción entiende bastante, Sebastián Estevanez descree de la figura de galán que se le impuso y asegura estar bien lejos de considerarse un "latin lover". Desde principios de año el actor interpreta a Marcos Guerrero, el chofer de una empresaria (Carina Zampini) en la novela Dulce Amor (lunes a viernes 23:15 por Telefe). "A las mujeres les calienta que uno se les acerque por atrás, les hable al oído casi susurrando, tratándolas de usted y que les digan cosas cachondas. Erotiza y alimenta la pareja", explica el actor mientras hace el simulacro de la escena utilizando el cuello de una productora que pasa por al lado. Es que a Sebastián Estevanez no le alcanza el tiempo para estar con su familia (está casado y tiene dos hijos), cumplir con el plan de grabación de la novela y además dedicarles tiempo a sus pasiones deportivas. Por eso, a pesar de las 14 horas diarias que pasa en el canal, se guarda tiempo para llevar a los hijos al colegio, practicar tenis o golf los fines de semana y "conquistar cada día a la mujer que ama", como dice. Alguna vez trabajó en un taller de chapa y pintura, fue utilero en un canal de televisión y hasta verdulero, pero su comienzo en los medios no se dio por azar: cuando tenía 14 años ya ayudaba a su papá (Quique Estevanez) en la boletería del Hotel Provincial en Mar del Plata. "A mí me encantaba vender las entradas y después sentarme en las últimas butacas a ver la función. Todos los días desde diciembre a marzo veía la misma obra pero yo estaba feliz. Ni siquiera me importaba salir con mis amigos que me iban a buscar y yo les inventaba excusas", reflexiona Estevanez que hasta se metió en la carrera de Derecho cuando terminó el secundario para no afrontar su verdadera vocación.
–¿Recordás cómo fueron tus comienzos en la profesión? –Fue muy loco cómo llegué a la televisión. Si bien mi papá era productor, yo estaba encargado de comprar la fruta y la verdura para la novela Gino que protagonizaba Arnaldo André. Un día, él mismo me ofreció hacer delante de cámara lo que todos los días hacía anónimamente y quedé como ayudante de una verdulería que había en la novela. Después llegó el papel del Beto Santana, en Los buscas, con Pablo Echarri y me di cuenta de que amaba esta profesión. –¿Con qué tiene que ver la identificación de la gente con tu personaje Marcos Guerrero? –Marcos es un anti galán. Es un pibe de barrio, humilde, con principios. Es buena gente. No sé si esa es la clave, pero cuando estás adentro de una novela que la pega, el personaje también se vuelve más querido. La química que se generó con Carina Zampini es muy buena y los personajes ya son tipo los del Chavo porque pasaron a tener una identificación propia. –¿Compartís algo con tu personaje? –Marcos es más excéntrico, más personaje. Tengo códigos y los principios de él. Yo remo igual que él y también soy un pibe de barrio. Tengo muchas cosas de mi personaje, pero por ejemplo, hoy estoy casado con hijos y Marcos aún no tiene la vida resuelta. –¿Tratar de usted a tu pareja es marca registrada en tu vida real también? –Nunca. Esa es la parte más fácil del personaje porque no la puedo tutear a Carina, porque es Victoria Bandi. Además, nos calienta no tutearnos. A nosotros nos calienta, no sé a la gente. "No me tutée Marcos, hágame el amor", me dijo en una escena. Está buenísimo. Es como un juego que tienen las parejas. En la vida real hay relaciones donde se dicen "papi" o "pupi" y cada uno tiene su mundo. Si a la pareja le divierte, está bueno. –¿Este es el papel más importante que hiciste en tu carrera? –Sí. Creo que es el más importante por el peso que representa el personaje en la novela. No digo que los otros no, pero me parece que en la vida uno va cambiando. El Beto Santana fue fuertísimo y nunca más me toco uno así, me sentía re cómodo porque era un Maradona y era como jugar a ser él. Lo digo con humildad, pero los hombres se sienten muy identificados con Marcos. Todos los personajes te dan cosas positivas. Este me agarra en un momento donde estoy creciendo como actor y persona. Estoy madurando y esto me ayuda. ¡Vengo acá a laburar de verdad, con el overol puesto! No vengo a joder. –¿Hay algo que nunca harías en lo laboral? –Me costaría mucho tener que besarme con otro hombre en una escena. No es un tema de prejuicios, pero no sé si estoy preparado. En realidad, no digo que no haría puntualmente algo porque hay que ver el lugar y el momento. Me gustaría hacer de gay, pero no doy con el physique du rol, por eso no me ofrezco. En una de esas, si yo me dispongo, sale. La única vez que no hice de galán fue para Mujeres Asesinas y me encantó. Todos tenemos un hijo de puta adentro. –¿En serio? ¿Cuál es tu lado hijo de puta, entonces? –¡No tengo! Gracias a Dios logré un equilibrio en mi vida y en mi familia. Soy re tranquilo, pero tengo cosas para las cuales no tengo límites. Hoy estoy tranquilo, pero no soy una persona hija de puta. Te dije mal. No es que tenga un hijo de puta adentro, pero ante una situación grave soy el más hijo de puta del mundo. Que les pase algo a mis hijos y saco lo peor de mí. –¿Aceptarías conducir un programa o participar de un reality show? –No. Ni loco. Actor, actor o actor. No me entusiasma lo otro. Hay que estudiar, formarse, no se nace actor. –¿Pero no se nace con un don especial? –¡No! Vos acá estás haciendo un personaje de periodista, en tu vida real sos otra cosa. Debe estar lleno de actores y actrices que tengan un don especial, pero la mayoría se prepararon y fueron haciendo carrera de a poco. Depende de cada uno. Es como cuando a uno le gusta una mina y dice "a esta la mato", y otro te dice "es fea". Me parece que está bueno que haya diversidad. Cuantas más horas de vuelo tenga el actor, mejor hará su laburo. Es igual que un piloto de aviones. –¿Si no hubieses sido actor a qué te hubieras dedicado? –Deportista seguro que no. Hubiese sido productor porque ya desde chiquito palpé eso y me encanta. Incluso, fui productor de Dulce Amor hasta que empezó a salir al aire. Me apasiona producir y estoy con algunos proyectos para cuando termine la novela. –No serías deportista, pero tus abdominales no son los de un tipo que se queda echado en el sofá del living sin hacer nada… –No. Seguramente. (Risas) Me gusta hacer deportes porque lo hago así desde que soy muy chiquito. Me hace bien a la cabeza el deporte. El cuerpo que tengo es el de un pibe que fue al gimnasio toda su vida. Ahora hago mucho tenis, golf y un poco de fierros porque se complica. Lo voy regulando según los tiempos que tengo. No me la creo. Mirá si me voy a enojar porque me digan que soy un ícono sexual, al contrario, es un mimo. Está buenísimo. Yo no me creo que soy lindo, soy normal. –¿Y te cuidás en las comidas? –Soy de darme gustos, pero no de comer fritos, por ejemplo. Hace 15 años que no como fritos. No es que los extrañe porque me acostumbré a comer sano y a comer sin sal, pero de vez en cuando me clavo una hamburguesa, una copa de vino o un chocolate. –¡Que contradictorio! En la novela, tu personaje ama la comida y no parecen milanesas de utilería… –¡Cuando grabamos, le entro! No me queda otra. Mi personaje se morfa todo, así que hay que entrarle a todo. Igual no es que mi vida es aburridísima y que no como nada de nada. ¡Me encanta comer y le entro de lo lindo! «
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"nos sirve tener alguien con quien competir"
“Estoy orgulloso del producto que pudimos poner en pantalla”, asegura Estevanez respecto del éxito que cosechó Dulce Amor en las noches de Telefe. “Si ganamos en rating, obvio que es mejor, pero no le deseamos que le vaya mal a nadie. A nosotros nos sirve también tener alguien con quien competir”, focaliza. Es que la historia de amor entre Victoria Bandi (Carina Zampini), la presidenta de una fábrica de chocolates, y este chofer descontracturado que encarna Sebastián Estevanez logró adentrarse en las familias que lo siguen. Si bien fue pensada en sus orígenes como una novela para las dos de la tarde, con muy buen tino, Tomás Yankelevich, el gerente de programación de Telefe, decidió ponerla en horario nocturno y más allá de las oposiciones que generó tal decisión, la elección de la franja horaria funcionó a la perfección. La tira promedia los 20 puntos de rating diarios. “En realidad, al principio, sólo sabíamos que los cinco primeros libros eran un misil y que el elenco estaba buenísimo. Le poníamos un puntaje altísimo desde el principio, e incluso juntamos amigos en un lugar para que vean los capítulos y les encantó. Nos generó la ansiedad de ver cómo seguía porque eran como peliculitas de suspenso y ahí supimos que iba a funcionar”, dice Estevanez quien, además de pasar 14 horas diarias en el canal, chequea incontables veces las escenas que protagoniza y reniega de tener a su padre como jefe por todas las responsabilidades que eso conlleva.
El accidente que le cambió la vida
Sebastián Estevanez dice que su vida dio un giro rotundo cuando le tocó pasar por un momento complicado de salud. Desde ese día entendió que tenía que aprender a disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, de su trabajo y su familia. Cuando tenía 27 años, estuvo en coma por casi veinte días después de vacacionar en Punta del Este y sufrir un accidente automovilístico. "Volqué en una ruta mal señalizada. Me acuerdo que el auto dio cuatro o cinco vueltas en el aire y nada más. Tenía menos del diez por ciento de probabilidades de vivir", asegura el actor. "Fue el sacudón más grande que me pegué, por suerte a los que venían conmigo en el auto no les pasó nada, pero ahora veo las cosas distintas", expresó el galán que, en el momento del vuelco, iba sin cinturón de seguridad. "De ahí salí en silla de ruedas, porque fui despedido por la ventana y me rompí todo. Tuve un año de rehabilitación. Fue el primer aviso que tuve. No es que era un loquito antes, pero esto me ayudó a ver las cosas desde otro lugar. Ya no me vuelvo loco por nada."
Sábado, 11 de agosto de 2012
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