Fue un lugar de trabajo, un paseo público, sede de incontables encuentros y, claro, también fue una muestra. Fue Tecnópolis. El espacio pensado para disfrutar en plena Ciudad de Buenos Aires tuvo que mudar su cuna por una decisión del gobierno porteño que tuvo tanto de lógica como de chicana. Sin embargo, más de 4,5 millones de personas colmaron en 90 días el terreno de 50 hectáreas que perteneciera al Ejército Nacional. Tecnópolis también fue un espacio ganado a las páginas oscuras de la historia argentina: allí fue el levantamiento carapintada que revivió el mayor de los miedos de la sociedad durante una semana de diciembre en 1988. En Tecnópolis se recordó el pasado, para poder mirar al futuro.

“Colmó y superó las expectativas –opinó el ministro de Ciencia y Tecnología de la Nación, Lino Barañao–. Pasé de incrédulo a converso porque cuando entramos por primera vez acá faltaban meses para inaugurar y parecía improbable el logro de equipar todo esto. Gracias al profesionalismo de quienes lo organizaron pasó de ser la isla de Lost a Disneyworld en dos meses y medio.”

En ese tiempo 40 mil toneladas de escombros fueron retirados del predio de Villa Martelli, se removieron 450 mil m³ de tierra, trabajaron 2000 personas en el desmalezamiento del predio y se construyeron 30 mil m² cubiertos.