Todo eso en una jornada plagada de señales y emoción en la que la democracia argentina celebró en las calles 28 años sin interrupciones y reafirmó la vigencia plena de los Derechos Humanos.

La presidenta recordó su pertenencia a una generación diezmada y, en una de las pocas menciones al futuro de su discurso de asunción, manifestó el deseo de que su sucesor sea el primer presidente de la democracia que inicie su gobierno con la herida de la dictadura definitivamente cerrada a fuerza de memoria, verdad y justicia. La escuchaban las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo que pueden dar fe de los avances en la materia.

Equilibrio, profundización del modelo y responsabilidad, reclamó la presidenta a los legisladores, pero también a empresarios y gremios.

“El jefe de la economía argentina se sienta acá y por decisión del pueblo”, soltó Cristina, tras advertir a las corporaciones que ensayaron cinco corridas cambiarias, que no cederá a las presiones. A los gremios les recordó que rige en la Argentina, el derecho a huelga, pero no a la extorsión.