Espectáculos Involuntario héroe y seductor
El actor de Duro de Matar celebra una nueva década. De detective de poca monta al amigo de Hollywood que todos quieren tener.
El hombre capaz de salvar al mundo de los peores terroristas y, en el mismo acto, conseguir una cita con la chica de sus sueños cumple hoy sesenta años. Y, curiosamente, no hay nostalgia. Que se entienda: a ningún mortal le gusta que sus héroes de acción envejezcan (tampoco que los comediantes se vuelvan amargos o que los sex-symbols se arruguen como pasas de uvas) pero con el protagonista de Duro de Matar (y Luz de Luna y 12 Monos y Sexto sentido y Cita a ciegas y paramos acá porque podemos estar hasta mañana), la melancolía no se activa de manera automática.
"¿En serio Bruce Willis cumple 60? ¡Pero qué bien que llega!", es el comentario recurrente apenas se toma nota de la efeméride y se constata que, efectivamente, el hombre de las mil magulladuras y ninguna trastada en el placard llega más que bien a su edad, retrató Tiempo Argentino. Y que no sólo mantiene la misma pelada (aún cuando tenía pelo, nos lo imaginábamos pelado), la misma media sonrisa gardeliana (pícara y sobradora, nunca soberbia o pesada) y obviamente el mismo perfil bocón (ese mentón cuadrado de laburante sin afeitar) que lo caracterizan desde que tenemos memoria, sino también aquella simpatía ¿innata? que hace que se le desee el bien en prácticamente cualquier asunto que emprenda (y más allá de su eventual calidad).
"Siempre tuve confianza en mí mismo. Antes de ser famoso, eso me trajo algunos problemas. Y después... también", suele bromear cuando se le hace notar su aura de alta autoestima que no genera rechazo en quienes lo rodean sino más bien lo contrario. "Soy feliz todos los días", resuelve sencillo. Y, al menos por ahora, le funciona: más allá de alguna cuestión muy de consumo interno (su republicanismo en tiempos del primer Bush, por nombrar alguna) no se le conocen grandes polémicas ni mucho menos peleas públicas o escándalos que opaquen su carrera.
Sin embargo, y ahondando un poco más en su vida, no siempre la tuvo fácil. Nacido en Idar-Oberstein, Alemania, por ser el lugar de servicio de su padre soldado, el pequeño Bruce tuvo que hacer frente a un infancia austera y de escasos recursos en un asentamiento fabril de Nueva Jersey, donde se instaló su familia una vez terminados los servicios militares de su papá. Y las cosas no fueron fáciles durante el secundario. "Casi no podía hablar. Me tomaba tres minutos completar una sola oración. Era algo abrumador para alguien que quería expresarse ante los demás y que quería ser escuchado pero que simplemente no podía. Era espantoso", relató en una biografía no autorizada publicada en 1997.
La solución para Willis fue convertirse primero en el bromista del curso ("Compensaba mi balbuceo haciendo todo el tiempo jodas a los demás", cuenta en el mismo libro); y segundo, por sugerencia de un profesor que terminaría cambiándole la vida, anotarse en un taller de teatro. "Fue casi milagroso: empecé a notar que cuando asumía el rol de un personaje no tartamudeaba. Sobre las tablas me era fácil expresarme. Y hasta encontrar una identidad", reveló para The Biography Channel. Y obviamente el joven Willis apuntó para ese lado. Aunque, como suele pasar, el éxito y la fama no llegaron enseguida. Al punto de que a la par de varios intentos fallidos de meterse "en el ambiente" (bolos, papeles menores, audiciones interminables) se mantuvo como sereno, mozo, mesero o detective "de poca monta". Y tanta insistencia tuvo su premio: aprovechando un viaje a Los Angeles para un posible papel en Buscando desesperadamente a Susan (que no obtuvo), se postuló para una nueva serie sobre una pareja de detectives que valoró su experiencia previa como investigador privado por sobre otros tres mil candidatos.
La serie era, claro, Luz de Luna (1985-1989) y no sólo fue su ingreso directo a la popularidad mundial sino también la inauguración de "un contrato de lectura" que se mantendría hasta hoy: el de saber encarnar al típico personaje que todos los tipos quieren tener de amigos a la vez que todas las mujeres desean llevar a la cama. El "amigo de los pibes" que termina conquistando por gracioso caradura y no tanto por automático galán. Rasgos a los que Bruce Willis le sumaba cierta jactancia de "hombre común" que conoce los códigos de la calle y sabe aplicarlos en una situación extraordinaria. O sea: Duro de Matar (y casi todas sus películas más exitosas).
"Después de la primera Duro de Matar me dije: nunca más voy a ser otra. Después dije lo mismo con la segunda. Y con la tercera. Así que ya no lo digo más. Pero sigo convencido de que el género de acción está en decadencia", reconoció alguna vez, consciente del hartazgo que podría haber producido el planteo recurrente de un hombre salvando el mundo pese a tener todas en contra (y no sólo los villanos sino también la negligencia estatal y hasta su propia mujer, que termina cansándose de sus épicas jornadas de trabajo y se divorcia).
La fórmula, sin embargo y al menos para el caso de John McClane, nunca se agotó. Y eso es porque Bruce Willis, en tiempos de los anabolizados Sylvester Stallone y Arnold Schwarzenegger (figuras entrañables, pero evidentemente inalcanzables), supo representar en la pantalla grande un heroísmo mucho más accesible y "real", más allá de que lo logrado al final fuese tan o más increíble que las proezas de Rambo o Terminator. "Lo último que quiere McClane es ser un héroe, pero no tiene otra opción", decía, no por nada, el primer trailer de la saga. Y casi la misma "disculpa" se repetiría en los films posteriores. La del tipo que no deja de meterse en situaciones peligrosas, "pero porque no hay otro que lo haga". La postura sardónica y descreída de las bondades del sistema (aunque también ética, en cuanto a oponerse a los villanos) hizo el resto.
Duro de matar (1988) multiplicó aún más su fama y cimentó el paso para que Bruce Willis no sólo se hiciera un nombre fuerte en las películas de acción de los 90 (El último Boy Scout, El gran halcón) sino también, aprovechando su pasado en Luz de Luna, darse el lugar para también tallar en las comedias como Mirá quién habla o La hoguera de las vanidades de tono más oscuro. "Todos los días trabajo en no tomarme la fama demasiado en serio. Afortunadamente tengo un muy buen grupo de amigos que me lo recuerda constantemente", decía por aquellas épocas en las que también se dio el gusto de lucirse en Pulp Fiction, la obra maestra de Quintin Tarantino premiada en Cannes.
¿Qué faltaba? La ciencia ficción, claro. Y desde la conspiranoica 12 Monos y hasta la apocalíptica Armagedón (otra vez salvando el mundo a la vez que enterneciendo a todos con el llanto de su infartante hija encarnada por Liv Tyler) Bruce Willis también pisó fuerte en ese rubro, igual que en el del thriller con la clásica Sexto Sentido. "No podés cambiar el pasado, pero sí podés no repetirlo", aclaró más de una vez, haciendo explícitos sus deseos de no hacer siempre la misma clase de papeles. No siempre lo logró. Pero el hecho de que se haya conocido en los últimos días que después de tantos años estará pisando por primera vez los escenarios de Broadway con una adaptación de Misery, la famosa novela de Stephen King, indica que no tirará la toalla ni dejará de intentarlo. Si supiera, John McClane estaría orgulloso.
3 mil millones de dólares es el total de lo que se ha logrado recaudar –hasta el momento– con las películas que están protagonizadas por Bruce Willis.
Por sus actuaciones, Bruce Willis recibió muchos galardones, entre ellos dos premios Emmy y un Globo de Oro, pero nunca un Oscar.
Desembarcó en broadway, pero sin cantar
Parece que Broadway contará con una estrella de Hollywood que nunca antes había pisado sus tablas. Y es que, según la agencia EFE, Bruce Willis debutará en la escena teatral neoyorquina durante la segunda mitad del año y nada menos que con la adaptación de Misery, la famosa novela de Stephen King. El actor dará vida al exitoso escritor de novela romántica Paul Sheldon, quien, tras un accidente de su auto, es rescatado por su fan número uno, Annie Wikes (interpretada por Elizabeth Marvel, (House of Cards), que primero busca curarlo, pero luego se obsesiona a niveles criminales con él y su talento. La adaptación correrá a cargo de William Goldman (ganador de dos Oscar por Todos los hombres del presidente y Dos hombres y un destino), autor también del guion de Misery para la versión fílmica de 1990, que contaba con la legendaria Kathy Bates en el papel de la psicótica admiradora.
El actor que convirtió las escenas de acción y el salir airoso de explosiones en una carrera de éxito en la meca del cine, reconocía ya en 2013 estar algo cansado de cierto tipo de acción y de tener que hacer siempre el papel de héroe. "No es mi parte favorita, prefiero la comedia, ser divertido, contar chistes, hacer reír a actores y con suerte al público", decía entonces. Y aunque con Misery, la risa seguramente no abunde en la noche, lo que es seguro es que se tratará de todo un desafío para una estrella de Hollywood, poco acostumbrado a mostrar sus dotes actorales fuera de un set de grabación. Amor más duradero
Se conocieron cuando Demi Moore todavía salía con Emilio Estevez. Pero apenas rompió con él, se casaron y tuvieron tres hijas. El amor duró 13 años. Pero nunca se enemistaron. Al punto que hace poquito compartieron el debut como bailarina de su hija mayor.
Papeles inolvidables
Luz de luna
1985. Drama, comedia y romance, en esta serie de detectives donde mostró por primera vez su carisma.
Cita a ciegas
1987. Su primer blockbuster lo presenta en tandem con Kim Bassinger en una comedia tierna y delirante.
Duro de matar
1988. Cómo quedar sólo frente a los más malos y ganarles con ingenio y esfuerzo. Su boleto a la fama.
Mira quién habla
1989. Había que ponerle la voz a un bebé. Y lo hizo con mucha gracia, como no podía ser de otra manera.
El último boy scout
1991. Otra vez en el rol de un detective, encuentra su revancha en la pelea contra un político corrupto.
La muerte le sienta bien
1992. Comedia negrísima, encarna a un cirujano plástico atrapado entre dos terribles mujeres.
Pulp Fiction
1994. La película coral de Tarantino reserva un gran momento para Bruce Willis y su moto.
12 monos
1995. Perseguido y atribulado, hace de un conejillo de indias por propia voluntad. Y todo se complica.
Armageddon
1998. Un meteorito está por destruir el mundo. Por suerte existe un austronauta que lo evitará
Sexto Sentido
1999. "Veo gente muerta", escucha el psicólogo encarnado por Bruce Willis. Y el mundo apaga la luz.
Fuente: Infonews
Jueves, 19 de marzo de 2015
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