Fútbol - Liguilla Lanús pudo golear a Newell's, pero terminó pidiendo la hora En el Sur, con destellos, el equipo granate venció 2-1 a Newell's; falló un penal y permitió el descuento rosarino; siguen las dudas sobre la continuidad de los Barros Schelotto. No fue necesario tanto sufrimiento. En el botín derecho de Román Martínez, a los 9 minutos del segundo capítulo, Lanús debió empezar a construir la columna de la goleada. Unsain, un joven y atrevido arquero, evitó el final prematuro de Newell's. Y, al rato, transformó el equipo rosarino, el que nunca renuncia al juego, aunque pocas veces le sale con convicción, una derrota lógica por un descuento inexplicable. Newell's pasó de un hipotético 0-3 a un 1-2, con el zapatazo de Denis Rodríguez. Lanús pasó de un supuesto 3-0 a un 2-1: el fútbol tiene sorpresas a cada paso. Los minutos finales, esos últimos 25, fueron de una intensidad fascinante, casi de un arco a otro. La expulsión de Villalba, por una doble amonestación, transformó la ecuación. Pero Lanús sufrió igual, incómodo en este tramo de su vida, en el que cada triunfo se ofrece mezclado entre dolores. El 2 a 1 le permite seguir con esperanza en busca de un lugar en la Copa Sudamericana, aunque no le sobra nada. Ni fútbol ni espíritu ni fuerza combativa. Es un equipo a mitad de camino el que por ahora dirige Guillermo Barros Schelotto, que espía qué hay más allá de su propio horizonte. Newell's no está mucho mejor: las buenas intenciones de Lucas Bernardi suelen naufragar.
Antes, mucho antes de aquel momento influyente de la pena máxima, el equipo rosarino hizo de las suyas: posesión, valentía, circulación. Y poco, nada de puntería. Era superior a Lanús en su propio escenario, con el respaldo de los más de 5000 hinchas que se presentaron anoche en el Sur, en una buena concurrencia general, de casi 15.000 hinchas. Con Maximiliano y Denis Rodríguez, sobre todo, enseñó el camino. Duró poco: una palomita de Aguirre y un gol en contra de Cáceres cambiaron la ecuación. Lanús se afirmó y debió golear. Pero...
Al menos, tuvo una virtud entre las nubes: una convincente tarea de Laucha Acosta, el más desequilibrante, el que sufrió la infracción del penal. En el tiempo adicionado, desahogado, pudo elevar la cuenta, pero no dejó un buen síntoma. Hace tiempo que extravió el sello distintivo de los equipos del Mellizo: fuerza, convicción, audacia, personalidad. Apenas le quedan retazos confusos de lo que supo ser.
Fuente: Canchallena
Martes, 24 de noviembre de 2015
|