Copa Libertadores Canalla Central lo empató en el adicionado con un penal que inventó Larrondo y que compró el colombiano Wilmar Roldán, en uno de los pocos errores que tuvo en el partido. Merecida igualdad para la Academia de Coudet, que había generado una incontable cantidad de situaciones de gol.
¿Injusto? Injusto fue el penal, que decidamente no fue. Pero créame: mucho más injusto hubiera sido que Central se quedara con las manos vacías. En el Gigante de Arroyito hubo un equipo que fue de menor a mayor, que creció horrores con los ingresos de Larrondo y Lo Celso en el segundo tiempo, y que mereció larga y decididamente el empate.
Es llamativo que un entrenador debute con suplentes en la Libertadores. Coudet lo hizo: pese a la importancia del partido contra Nacional, el Chacho decidió guardar a las figuritas y apostar por aquellos que -supuestamente- están un escalón por debajo. Pero la Copa no es el campeonato, y en una competencia tan competetiva como ésta un error puede costar demasiado caro.
Nacional de Montevideo tiene experiencia copera, sabe cómo jugarla, y créame que no perdona. Sin ser un equipo arroyador, complicó de lo lindo a un Canalla que recién encontró su juego en el segundo tiempo, justamente cuando ingresaron esos dos futbolistas que nunca debieron haber salido. Con Lo Celso y Larrondo en cancha, la Academia consiguió generar peligro en cantidad y calidad, rompiendo en pedazos la barrera de contención que habían armado los uruguayos después de que Nico López marcara el primero. Herrera, Donatti y Lo Celso fueron algunos de los que tuvieron la igualdad antes de que el colombiano Wilmar Roldan comprara el piletazo de Larrondo, que transformó en empate un penal injusto. Tan injusto como que Central se quedara con las manos vacías después de tremendo partido.
Fuente: Olé
Viernes, 26 de febrero de 2016
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