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Locales: La comunidad espera una nueva vía de comunicación desde hace 17 años El Chaco - Corrientes, convertido en el puente de la muerte El puente hoy es una trampa mortal. Un sortilegio donde está todo dado para que al azar el destino haga lo que quiera. Ingresar al mismo es la lotería para muchos. En la tarde del jueves 5 quedó demostrado que el Puente General Belgrano es el Puente de la Muerte. Una pareja de motociclistas fue arrollada violentamente por un camión en el único puente que tiene toda una región de más de diez millones de habitantes. En tan solo un circuito de 6 kilómetros por 7 metros de ancho deben convivir 30 mil vehículos por día en tránsito veloz de doble mano. El resultado es previsible.
Esto es solo el comienzo. Habrá más muertes mientras que los gobiernos de turno se la pasen hablando, no hagan nada concreto para iniciar el segundo puente, y dejando de lado un proyecto que hace 17 años atrás era el modelo a seguir.
En 1995 Corrientes presentaba junto a Chaco el Complejo Multimodal de Cargas, un avance de ingeniería estratégico para una región en crecimiento demográfico y económico permanente, para unir una región de más de diez millones de habitantes, la más grande de esta parte del continente.
En la encrucijada de caminos que es Corrientes por historia y geografía, el segundo puente era la solución única para un colapsado puente General Belgrano, ya en ese tiempo con 11 mil vehículos y dos mil camiones por día usándolo.
Hoy esa cifra se ha triplicado, pero los intereses políticos internos de hacer caer el gobierno del Panu en 1999, la estrechez mental y de visión de los políticos sobrevinientes, entre los que se encontraban los radicales hoy en el poder, rompieron y echaron por tierra la necesidad de toda una región.
Antes de derrocar al gobierno, los sectores recalcitrantes opuestos a Tato rechazaron tratar la homologación legislativa de la aprobación del proyecto que estaba apunto de iniciarse, con el apoyo del gobernador radical del Chaco Ángel Rozas.
Luego, los mismos chaqueños, por intereses contrapuestos internamente, también pusieron palos en la rueda para que desde la vecina orilla se impulsara lo mismo. Mezquindades de uno y otro lado troncharon el sueño de la región. Hoy día la realidad es que en esos seis kilómetros del viaducto del puente, en un ancho de tan sólo 7 metros, se lanzan todo tipo de vehículos en velocidad, en ambas manos, donde muchas veces la imprudencia es la madre de los siniestros, y en un país donde se ha perdido hasta el respeto a las reglas de tránsito.
El puente hoy es una trampa mortal. Un sortilegio donde está todo dado para que al azar el destino haga lo que quiera. Ingresar al mismo es la lotería para muchos. ¿Quién no respira profundo luego de sortear la casilla de peaje hacia la rotonda de Barranqueras o al descender a la avenida 3 de Abril en Corrientes? Es como haber salido del túnel de la muerte.
Cualquier percance es motivo de largos cortes de tránsito por horas, dificultando el movimiento económico de toda la región. Corrientes lo sufre con la ciudad que colapsa en su principal arteria cuando se corta en dos.
El Puente de la Muerte sólo es el resultado de aquellas decisiones equivocadas de los gobiernos que hicieron caer el Complejo Multimodal de Cargas: aquel pensado como un aliviador para el tránsito de camiones, colectivos y de cargas pesadas, incluido el ferrocarril, y en determinados casos del tránsito liviano si el Belgrano llegara a colapsar. La alternativa perfecta con visión de futuro.
Pero no. Pudo más el egoísmo y la chatura mental de los dirigentes de la época, aún hoy enquistados en sectores del poder.
Esos mismos políticos hoy se pasan reuniéndose, hablando, haciendo campañas de prensa diciendo que se están ocupando, pero los hechos no aparecen. Ni siquiera comunican qué están haciendo. Es obvio que nada.
Mientras tanto serán siendo los principales culpables de cada muerte que este puente genere. Los asesinos virtuales que facilitan con su omisión que los siniestros ocurran. No hay imprudencia que valga cuando la causalidad está a la vista. Podrán esgrimirse casualidades fatales, pero las verdaderas ya tienen casi veinte años, el tiempo exacto del retraso que tiene Corrientes por la mediocridad de aquellos que decidieron cortar un proceso que apuntaba a avanzar en la década del 90.
Hoy ya es tarde, y las muertes seguirán ocurriendo. Es por eso que desde El Sol de Corrientes afirmamos que un segundo y hasta un tercer puente es la causa regional. Sin esta obra todo lo demás que se haga aisladamente no tendrá sentido ni resultados, porque el Paraná sigue siendo nuestro gran límite a superar. Y mientras la Hidrovía ha crecido cinco veces su movimiento, el vínculo terrestre ha retrocedido con un corsé cada vez más angosto en seis kilómetros mortales.
No habrán excusas de ahora en más. Habrán culpables. Y la única forma de enmendar será con acciones y hechos concretos. Como en los 90.
Fuente: Diario Norte
Sábado, 7 de abril de 2012
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