Fútbol - Copa Libertadores Baile Monumental River pasó por encima a The Strongest: con un gran nivel colectivo, hizo seis para apabullar a un débil rival y quedarse con el primer lugar del grupo 1 de la Copa Libertadores. Gran partido de D'Alessandro. Cualquier frase puede servir para intentar explicar la enorme diferencia que hubo entre River y The Strongest. Una diferencia que quedó evidenciada en apenas 45 minutos, cuando el equipo de Gallardo metió los primero cinco goles del partido. Un gol cada nueve minutos... En un partido clave para quedar más cerca de la próxima fase de la Copa Libertadores, el conjunto millonario recuperó el fútbol perdido, aunque contó con la ayudita de un rival que mostró sus notorias flaquezas, sobre todo a la hora de defender. Así se explica esa goleada con que terminó el primer tiempo en el Monumental.
Con un clásico 4-3-1-2, Gallardo pareció intentar volver a las fuentes, poner el inodoro en el baño y el sofá en el living. Nada de experimentos ni cosas raras. Domingo como único volante central para recuperar y distribuir, Mayada y Nacho Fernández a sus costados para ayudar en la recuperación y asociarse en la generación, y D'Alessandro como enganche, en su puesto natural, para darle volumen de juego al equipo. Arriba, la dupla Alario-Mora. Con ese esquema pero, sobre todo, con una actitud protagónica y ofensiva, River empezó rápidamente a marcar diferencias en el juego. Se hizo dueño de la pelota y de a poco empezaron a aparecer las situaciones de gol, como ese remate de Mora, solo frente al arquero, que se fue por arriba del travesaño.
El dominio futbolístico comenzó a verse reflejado en el marcador cuando D'Alessandro frotó la lámpara. El 10 dibujó un golazo propio de su categoría: sobre el costado derecho, a pasos del área, tiró la clásica Boca, le metió un caño a un rival, buscó la descarga en Mayada, quien se la devolvió con un taco, y el Cabezón definió sobre el primer palo de Vaca. Ese gol abrió el camino de la goleada ante un rival que nunca reaccionó. Mercado y Vangioni llegaban al fondo por las bandas, los dos delanteros se movían buscando y encontrando los espacios y los volantes tocaban, se desmarcaban y pisaban el área contraria siempre con la sensación de que iban a generar peligro. Así fueron llegando los goles... el de Nacho Fernández tras un centro de Mercado, el de Mayada tras un centro de Vangioni, el de Mammana tras un centro de D'Alessandro... River generaba por afuera y liquidaba por adentro.
El segundo tiempo, de no haber sido por el gol de Nacho Fernández para cerrar la cuenta, estuvo de más. El local sacó el pie del acelerador, Gallardo cuidó a algunos jugadores metiendo cambios y fueron pasando los minutos para el pitazo final que decretó una goleada soberbia, merecida y que deja a River a un pasito de la clasificación.
Fuente: Diario Óle
Jueves, 7 de abril de 2016
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