Economía Gobierno, firme y amenazante para encolumnar a empresarios Funcionarios llamaron desde el viernes a empresarios para que avalen y firmen el compromiso presentado ayer en sociedad con Mauricio Macri. "Si están en desacuerdo con la ley antidespido, hagan algo. Comprométanse. Que haya una declaración pública de parte de ustedes". "Llegó el momento de poner el hombro y ayudar". "Los sindicatos demostraron ser más maduros en estos primeros meses que muchos empresarios". "No vaya a ser que Elisa Carrió tenga razón y sea cierto que se humillaron con Guillermo Moreno y ahora especulan". "No se les ocurrió subir los precios con el kirchnerismo, y con nosotros se hicieron los vivos". "Ahora, si quieren mantener el buen clima, llegó el momento de asumir responsabilidades".
El Gobierno apeló a este tipo de argumentos, y quizá a aún peores, para "convencer" desde el viernes pasado por la tarde (cuando comenzaron los llamados desde el macrismo) a la mayoría de los más grandes empresarios argentinos para que firmen el compromiso presentado ayer en sociedad con Mauricio Macri, para que se mantengan los planteles de personal durante 90 días. Los interlocutores fueron los propios empresarios y las principales cámaras del país, incluyendo la Cámara Argentina de Comercio, la Cámara de la Construcción, los bancos agrupados en ABA y ADEBA, la Asociación Empresaria Argentina y hasta las entidades que representan a compañías extranjeras como la norteamericana AmCham.
El texto fue redactado por el Ejecutivo y no fue entregado a negociar en ninguno de sus puntos a los firmantes, que simplemente recibieron la carta definitiva pocas horas antes de ser citados a la casa de Gobierno ayer por la tarde. Los encargados de concretar los llamados más importantes a los firmantes y concurrentes fueron tres: el coordinador económico de la Jefatura de Gabinete, Gustavo Lopetegui; el secretario de Coordinación Interministerial, Mario Quintana; el ministro de Producción, Francisco "Pancho" Cabrera; los secretarios y subsecretarios de Industria, Martín Echegoyen y Fernando Grosso y el jefe de Gabinete del ministerio, Ignacio Parez Rivas. En los tres casos se repitió el mismo tono firme y directo, y con poco margen para las bromas; en especial a una serie de ceos y dueños locales de grandes compañías, a los que desde el nivel máximo del macrismo se los mira de reojo desde hace varios meses por lo que se considera poca convicción para apoyar los primeros meses de gestión. Algunos miembros del gabinete van aún más allá y de lo que hablan, por ahora off the record, es que directamente jugaron en contra o "se hicieron los vivos y se aprovecharon" en los meses más difíciles de la gestión de Mauricio Macri.
La "desilusión" más grande, se concentró en muchas empresas productoras de alimentos, bebidas y productos de consumo masivo que, según el Gobierno, se aprovecharon para subir los precios mucho más de lo justificable; y en tres etapas diferentes. Lo hicieron primero entre la salida del kirchnerismo y el ingreso (y acomodamiento) de Cambiemos en el poder; explotando al máximo la rendición de la Secretaría de Comercio Interior de Augusto Costa que, se dice, en la última semana de noviembre no sólo dejó de ejercer el férreo control preelectoral sobre los precios, sino que incluso algunos "controladores" de aquellos días habrían deslizado hacia los empresarios la recomendación que aprovecharan para algunas "reacomodaciones" de precios. La segunda etapa complicada para los aumentos fue luego de la salida del "cepo"; cuando se refutó la teoría que defendían algunos economistas de Cambiemos hoy en el Gobierno, cuando aseguraban que el mercado interno ya había asumido gran parte de la devaluación y que habían ajustado los valores de los bienes y servicios a un margen de 14 a 15 pesos. Esto no ocurrió, y la mayoría de los empresarios argentinos aprovecharon la salida del "cepo" para una nueva tanda de incrementos, bajo la justificación del alza del dólar. Aún en productos, como los materiales para la construcción, donde la divisa nada tiene que ver con la confección del costo final. Finalmente, la última y definitiva queja oficial vino en las últimas semanas, cuando los empresarios volvieron a aumentar los precios bajo el justificativo de las alzas de las tarifas y los combustibles.
La preocupación definitiva del Gobierno sobre la conducta de los privados (siempre en las grandes empresas) se profundiza cuando se considera que aún no empezaron a ejercer su presión las negociaciones paritarias con los principales sindicatos del país; las que podrían cerrarse en no menos del 30% en los principales rubros que influyen en los precios con mayor sensibilidad social. Este último punto amenaza la esperanza más preciada del macrismo: la posibilidad de garantizar un segundo semestre de precios tranquilos y el comienzo de un clima de recuperación de la economía. El cálculo básico que hacen desde el Gobierno es que si a los aumentos ya ejecutados por muchas de las empresas se les avalara un nuevo incremento desde junio o julio, el aumento final para 2016 superaría el 60 o el 70% en rubros clave como alimentos, bebidas, materiales para la construcción, consumo final, farmacia y artículos para el hogar. Algo insostenible para el macrismo, que considera al segundo semestre una meca económica que no puede ser bombardeada por una nueva oleada inflacionaria.
Fuente: Ámbito
Martes, 10 de mayo de 2016
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