Política Ariel Lijo, un juez de la "familia judicial" que escucha al Papa, ama a Boca y a los canarios Fue secretario de la ex camarista Riva Aramayo. Ya investigó causas conexas al ataque terrorista de 1994 y fue el primero que tuvo la presentación del fiscal de la AMIA.
Por esas paradojas del destino, la denuncia de Nisman que originalmente había sido presentada ante Ariel Lijo (48 años), casi dos años después y tras un accidentado recorrido volvió a quedar en manos del juez federal número 4 de la capital. Lijo conoce muy bien la causa AMIA porque instruyó el expediente por irregularidades en la investigación contra su ex colega Juan José Galeano y las denuncias contra el espía inorgánico Alan Bogado.
Se trata de un miembro de “la familia judicial” que proviene de la "escuela" de la ex camarista federal Luis “Piru” Riva Aramayo. En el 2004 fue nombrado juez federal, junto a Guillermo Montenegro, Daniel Rafecas y Julián Ercolini, tras ganar un concurso y ser propuesto por el ex presidente Néstor Kirchner.
Además, de haber sido cuñado del ex juez federal Gabriel Cavallo comparte con otros jueces y fiscales federales la misma pasión por Boca. Su otro hobbie es la canaricultura, pasión que también tiene el ex ministro de Planificación Julio De Vido quien esta semana ganó el campeonato de la zona de Zárate. En el 2014, pasó a la historia judicial por haber procesado al primer vicepresidente en ejercicio: Amado Boudou en el caso Ciccone.
Durante su carrera se metió varias veces en la causa AMIA y sus conexas. Por el pago de 400 mil dólares que hizo la SIDE a Carlos Telleldín, en 1996 mandó a juicio oral a su ex colega Galeano en el caso que se conoce como AMIA II. Conocido en tribunales también por sus chistes y su cuerpo de segunda línea de un equipo de rugby, el 15 de enero del 2015 el entonces fiscal de la AMIA, Alberto Nisman, lo llamó por teléfono a Lijo —que estaba de descanso en la Costa Atlántica— y le contó sobre su presentación contra Cristina. Casi simultáneamente, el secretario de turno del juzgado avisó a Lijo de la decisión de Servini de no abrir la feria para tratar su denuncia, en medio del escándalo que había provocado. Entonces, Lijo volvió a conectarse para preguntarle de dónde había sacado las escuchas:
—Las tiene Canicoba. Las autorizó él mismo hace ocho años pero se olvidó —contestó el fiscal porque Canicoba había salido, equivocadamente a decir qué él no las había autorizado.
Luego Nisman le pidió a Lijo que se fijara en su planteo de conexidad de su denuncia con AMIA II y le dijo, ansioso, en alusión a los movimientos de fiscales que había hecho la fundadora de “Justicia Legítima” y Procuradora General de la Nación Alejanda Gils Carbó:
—Fijate, por favor, lo de la conexidad. A mí me están por hacer en mi fiscalía una porquería peor a la que le hicieron al fiscal Marijuan— dijo. Marijuan había sido echado por Gils Carbó de la unidad fiscal de la ANSES.
Lijo —quien tiene en su despacho estatuillas de los monos sabios chinos que no ven, no oyen y no hablan— volvió de vacaciones y habilitó la feria para tratar la denuncia de Nisman, tras la violenta muerte del fiscal de la AMIA. Pero luego se declaró incompetente.
“La presente denuncia versa sobre hechos ajenos al objeto inicial, posteriores e incluso nuevos a la instrucción de la causa originalmente radicada en este tribunal”, expresó Lijo en alusión a la causa AMIA II, donde están acusados Menem y Galeano.
Al ir al sorteo, le tocó al juez Rafecas. En esos días un dirigente de la colectividad judía le dijo a Lijo que “es una buena noticia que la denuncia de Nisman te quede a vos o a Rafecas”, a quien conocía por sus aportes a la investigación histórica sobre el Holocausto. Lijo lo miró fijo y le dijo: “Ahora vas a saber quién es realmente Rafecas”, según acotó una fuente judicial que no quiere a Rafecas. Este, a su vez, se la devolvió a Lijo diciendo que sí había conexidad con AMIA, hasta que la Cámara Federal ordenó que quedará en manos de Rafecas, quien la archivó en forma exprés.
La otra conexión de Lijo con la AMIA es que investigó al espía inorgánico de la SIDE, Alan Bogado, denunciado por Nisman de haber sido el contacto de los K con los iraníes. El entonces titular de la ex SIDE, Oscar Parrilli, aseguró a Lijo que tanto Bogado como el ex fiscal Héctor Yrimia “no pertenecen ni han pertenecido como personal de la planta permanente, contratado, de gabinete ni personal transitorio” de la ex SIDE, es decir no son orgánicos de la central de inteligencia civil.
Sin embargo, la gran investigación de Lijo fue Ciccone. En mayo del 2014, el Papa Francisco recibió en el Vaticano a Lijo y a toda su familia, gracias a la gestión del legislador porteño y líder de la fundación contra la trata de personas La Alameda, Gustavo Vera. Luego de recibir la bendición, Lijo le contó al pontífice que iba a actuar con “precaución y responsabilidad institucional” en las causas que involucran al Gobierno para contribuir a la estabilidad política de la administración de Cristina y recibió como respuesta un “está bien siempre que no sea cobardía e impunidad”, contó una fuente legislativa. Cuando volvió a Buenos Aires, rápidamente procesó a Boudou.
Fuente: Clarín
Viernes, 30 de diciembre de 2016
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