Sociedad Grandes cambios africanos Si los políticos saben manejar las cosas, el continente puede prepararse para el despegue económico gracias a la demanda creciente de sus recursos naturales.
Cuando el misionario escocés David Livingstone atisbó por primera vez las cataratas Victoria en 1855, quedó anonadado: "Escenas tan adorables debieron ser contempladas por los ángeles". Amén. Olvídese del Niágara. Cuando uno se halla en las riberas del poderoso Zambezi antes de que ruja sobre los precipicios y caiga quebrada abajo, uno tiembla ante el poder enorme e implacable de la naturaleza.
Vine por primera vez a este lugar hace 10 años, siguiendo los pasos de Livingstone, mi héroe de la infancia. En esta visita, sin embargo, estaba más preocupado por el futuro de África que por su pasado.
En los años venideros, se desarrollará una gran lucha al sur del Sahara: una lucha entre el hombre y Malthus. Según el famoso principio del reverendo Thomas Malthus —a veces llamado la trampa maltusiana— la población crece geométricamente, pero el suministro de alimentos aumenta aritméticamente. Vistos en estos términos, muchos países africanos hoy parecen condenados a la miseria y el vicio. Entre ahora y 2050, según las Naciones Unidas, la población de África aumentará en 965 millones. Unos dos quintos del aumento total en la población mundial sucederán aquí. Es poco probable que la agricultura africana sea capaz de seguir el ritmo.
Aquí en Zambia, la mujer promedio tiene un total de 5,8 partos, una de las tasas más altas en el mundo. Con ese tipo de reproducción, no sorprende que la población de África haya aumentado en más de 260 por ciento desde la década de 1960. ¿Cuántos países africanos han aumentado su producción agrícola en esa medida? Respuesta: 11, y Zambia no es uno de ellos.
Un quinto de la población del África subsahariana tiene entre 15 y 24 años, una de las mayores poblaciones juveniles de la historia. Le pregunté al vicepresidente de Zambia, Guy Scott, cuál era su mayor problema. Él suspiró. "Los empleos. En cierta forma, crear empleos para todos estos jóvenes". Entonces, ¿África se encamina a una catarata demográfica? Tal vez no.
Dos cosas están cambiando las perspectivas del continente. La primera es la demanda creciente de los recursos naturales que son tan abundantes en África. Países como Guinea, Sudáfrica, Nigeria y Angola se hallan entre los más ricos del mundo en reservas de oro, platino, petróleo y (hasta donde sé) inobteniblium. En los últimos 10 años se ha visto un aumento de inversiones en África por los chinos y otros. En Zambia, las minas abandonadas de cobre han vuelto a ser abiertas.
El otro gran cambio es la telefonía celular. Hace 10 años, poco más del 1 por ciento de los zambianos tenía una suscripción a servicios celulares. Hoy la proporción se aproxima a un tercio. Nunca antes los africanos habían sido capaces de comunicarse a distancia con tanta facilidad. Más importante aún, los teléfonos celulares dan a los africanos pobres un acceso a servicios financieros básicos por primera vez.
Así que hay esperanza. Mire el ritmo del crecimiento económico en gran parte de África, y la imagen es más luminosa que en casi cualquier momento desde el final del gobierno colonial. Tal vez no importe que la población sobrepase a la producción agrícola en países individuales, siempre y cuando haya suficientes africanos produciendo minerales que alcanzan altos precios en los mercados mundiales. El comercio hará el resto solo.
Los verdaderos obstáculos a la prosperidad en África no son, después de todo, maltusianos. Si los gobiernos occidentales tuvieran la voluntad para sobreponerse a sus pequeños pero poderosos cabilderos agrícolas, el libre comercio de productos agrícolas sería ventajoso para los granjeros africanos.
Pero un problema más grande que nuestro proteccionismo es la calidad lamentablemente baja de los gobiernos africanos. El reciente cambio, pacífico y democrático, de gobierno en Zambia sigue siendo una rareza. El vecino Zimbabwe sigue languideciendo bajo la dictadura senil de Robert Mugabe. Somalia es el país más anárquico del mundo. Mali acaba de sufrir un golpe de Estado. Y así continúa la lista lamentable.
La opinión ingenua es que tal inestabilidad se debe a la "maldición de los recursos": la idea de que las materias primas valiosas pueden ser más una pesadilla que una ventaja. Pero como argumentó Paul Collier, economista por Oxford, en The Plundered Planet, el verdadero problema no son los recursos, sino las defectuosas instituciones políticas que se hallan sobre aquellos.
Nadie entiende mejor cómo se degeneran los regímenes postcoloniales que V. S. Naipaul, cuya novela Un recodo en el río capta perfectamente las interacciones corrosivas de un dictador delirante, un ejército amotinado y una burocracia hambrienta de chanchullos. Pero Zambia muestra que las mejores opciones políticas ahora son posibles en África.
Al caminar por las cataratas, vi a dos muchachas zambianas bailando jovialmente en el rocío empapador. Me atreví a tener la esperanza de que estuviesen bailando sobre la tumba de Malthus.
Lunes, 14 de mayo de 2012
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