Crisis Kurdos y Estado Islámico, cóctel explosivo de las mil y una horas de tensión en Turquía Turquía, que junto a Siria e Irak tiene el dudoso privilegio de compartir el podio de las zonas más explosivas del mundo, se debate entre una salida política negociada entre el gobierno de Recep Tayyip Erdogan y la izquierda pro kurda, o la profundización de la actual espiral de violencia y atentados sangrientos.
Tras más de tres décadas de enfrentamientos entre el Estado y la guerrilla del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), que dejó 40.000 muertos, dos años atrás ambas partes acordaron una tregua e iniciaron un trabajoso proceso que debía coronar en una paz permanente y una salida para el conflicto kurdo.
Los kurdos son un pueblo sin estado, la minoría étnica más grande en Medio Oriente con cerca de 60 millones de personas, de los cuales cerca de un 45 % vive en Turquía, un 25 % en Irán, otro 25 % en Irak y un 5 % en Siria. Hay también una importante diáspora kurda en Europa Occidental, sobre en Alemania, Reino Unido y Suecia.
Durante la negociación de estos dos años tuvo una directa participación el líder del PKK, Abdullah Ocalan, encarcelado en duras condiciones desde 1999 en la isla de Imrali, cerca de Estambul, quién jugó su autoridad al hacer un llamamiento a sus seguidores para "dejar de lado la lucha armada por políticas democráticas", cosa que así hizo la guerrilla.
De las discusiones alumbró un documento de 10 puntos que dio lugar al llamado Acuerdo de Dalmabahce, el 28 de febrero último, que finalmente no se llevó a la práctica.
El resultado de los comicios del 7 de julio último, cuando Erdogán fracasó en su apuesta de alcanzar la mayoría absoluta, y los resultados obtenidos por el partido Democrático de los Pueblos (HDP), un frente de los kurdos y la izquierda, que trepó a más del 13% de los votos, cambió la situación política.
Y también la postura del gobierno, que llamó a nuevas elecciones para el 1° de noviembre y pateó el tablero acuerdista, lanzando en paralelo una ofensiva contra el PKK en territorio turco y bombardeando sus ciudadelas en el norte de Siria e Irak.
"En el acuerdo de Dalmabahce estaba la base para poder resolver el problema kurdo, y de cómo llegar a una paz en nuestra región y en Turquía", afirmó en una entrevista con Télam el representante del HDP en Europa, Faruk Doru.
Este nucleamiento, que ha ido girando hacia posiciones menos radicalizadas y marcado su autonomía respecto al PKK, con el que debatió la necesidad de una salida política y no armada, captó sectores de centro izquierda y de clase media, incluso en ciudades como Estambul.
Para el representante del HDP, el gobierno "optó por la guerra, empezaron las provocaciones de grupos paramilitares guiados por el Estado Islámico (EI), pero manejados por el propio gobierno, que cometieron atentados contra muchas de nuestras sedes".
En el transcurso de los últimos meses tres concentraciones y actos del HDP fueron escenario de otras tantas matanzas, producto de atentados suicidas con bombas, en las ciudades de Dayarbakir, Suruc y Ankara, con un total de alrededor de 160 víctimas fatales.
"Nosotros pensamos que todo eso fue organizado por el gobierno turco y sus organizaciones secretas paramilitares", apuntó el dirigente del partido Democrático de los Pueblos.
Insistió, además, en que "hasta ahora no se han detenido ni a los autores materiales de esos crímenes contra nuestro partido y contra los kurdos, ni las organizaciones que se encuentran detrás de los asesinatos".
Por el contrario, Mehemet Ozkan, Director de la Agencia de Cooperación y Coordinación de Turquía (TIKA), opinó ante Télam que el argumento de la oposición "es simplemente oximorón", porque el AKP (oficialismo) es el que busca una solución al tema kurdo, aseguró.
"Es más, (el gobierno) lo está presentando como como un gran proyecto suyo para reestablecer en Turquía el multilateralismo y multiculturalismo", una política distinta "a lo que se hizo en los años '20 del siglo pasado, basado en el etno-turquicismo", aseguró.
Para Ozkam, quién además es el representante de TIKA en América Latina, los atentados contra los kurdos y el HDP son contraproducentes para el gobierno y el AKP, y que en realidad le sirven a la oposición.
"El AKP no puede tener la mayoría electoral si no gana los votos de los kurdos" subrayó, "y sabiendo eso y considerando los resultados de los elecciones de 7 de junio, no hay ninguna razón para que el AKP apoye o tenga complicidad en los atentados contra el HDP".
Consultado sobre las sospechas que recaen sobre el gobierno de Erdogán respecto a su presunta "mano blanda" con el yihadista Estado Islámico (EI), Oskam lo descartó de plano.
"Tal vez hace siete meses uno podría haber dicho que Turquia estaba un poco blando, pero ahora no es así", se sinceró.
En este sentido, el investigador aseguró que la policía desarticuló las células operativas del EI que operaban dentro de Turquía y que la Justicia está en el proceso de investigación.
Por su parte, el analista político y antropólogo turco Mehmet Ali Dogan, dijo a su vez a Télam que la política de Erdogan "está basada en una fórmula simple: polarizar a la sociedad y empujarla a un enfrentamiento, y amenazar a los ciudadanos sobre el 'peligro del terrorismo' que, según el mandatario, encarna el PKK".
El otro brazo de la táctica de Erdogan, según el entrevistado, es la consumación de una política represiva que en los últimos meses creció de manera exponencial, principalmente contra el pueblo kurdo, la militancia del Partido Democrático de los Pueblos y los movimientos sociales opositores.
"Yo llamo a lo que sucede la 'paquistanización' de Turquía y la 'afganización' de Siria, porque está claro ya que Erdogan apoya al Estado Islámico en Siria, lo que hace que ese país vaya en camino a transformarse en otro Afganistán".
Según su particular visión, "paquistanizar" al Estado turco significa "afirmar el poder de hecho de los islamistas de Erdogan, que es parecido al movimiento de los Hermanos Musulmanes o a Al Qaeda"
Fuente: Télam
Lunes, 19 de octubre de 2015
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