Internacionales El año en que Cataluña redobló su desafío independentista ante España Cataluña entró en 2015 en un inédito proceso de secesión que puso en jaque a España y prácticamente borró del mapa político el debate sobre los grandes problemas de los españoles de cara a las cruciales elecciones generales del 20 de Diciembre.
España se preparaba para afrontar el fin de mandato del presidente Mariano Rajoy, del derechista Partido Popular (PP), con un calendario electoral intenso, con comicios regionales de Andalucía en marzo, y municipales y regionales en mayo en casi todo el país.
Estas elecciones eran un terreno de ensayo para las fuerzas emergentes -Podemos y Ciudadanos-, que aspiran a acabar con el bipartidismo del Partido Popular (PP) y el Partido Socialista (PSOE) de las últimas casi cuatro décadas.
Pese a que la economía mostraba signos de recuperación, Rajoy hacía frente a un escenario adverso de reelección por el malestar acumulado en amplios sectores sociales por los escándalos de corrupción que habían estallado en el seno de su partido y por las políticas de ajuste implementadas para superar la grave crisis.
El 9 de noviembre de 2014, Cataluña había celebrado una consulta simbólica en la que un tercio de los catalanes votaron bajo prohibición del Tribunal Constitucional (TC) y dijeron "sí" a la independencia.
La votación del 9N supuso otro punto de inflexión para el presidente catalán, Artur Mas, quien estaba dispuesto a elevar el desafío secesionista de consecuencias impredecibles al que ató su futuro político.
Ante la constatación de que ya no había margen para un referéndum, el 14 de enero de 2015, Mas anunció elecciones regionales anticipadas para el 27 de septiembre luego de pactar un plan de secesión con Oriol Junqueras, el líder del histórico partido independentista Esquerra Republicana de Catalunya (ERC).
La campaña comenzó el 11 de septiembre, el día nacional catalán.
Las elecciones serían convocadas de forma ordinaria -para sortear cualquier veto judicial- pero políticamente tendrían carácter plebiscitario con el objetivo de que un triunfo de las fuerzas separatistas legitimara el inicio de la "desconexión" de Cataluña en el plazo de 18 meses.
La crisis general no impidió que los socialistas revalidaran su poder en Andalucía, recuperando impulso para las generales; y el 24 de mayo el PP sufrió un duro revés al perder la mayoría de las comunidades y municipios que gobernaba, entre ellos la capital, donde venció la ex jueza Manuela Carmena, apoyada por Podemos.
Por su parte, CiU fue desplazada de la Alcaldía de Barcelona por la candidatura popular de izquierda Barcelona en Común, liderada por la activista Ada Colau, quien junto a Carmena se convirtió en la esperanza de cambio.
El 11 de junio, El TC declaró "inconstitucionales" las actuaciones llevadas a cabo por el gobierno de Mas en relación a la celebración del 9N. Pero la resolución, lejos de tener efectos disuasivos, reafirmó a Mas en su proyecto.
Mas forzó la ruptura de CiU acabando con 37 años de nacionalismo moderado y, a partir ahí, pasaría a depender de sus socios de ERC.
En una reunión celebrada el 15 de julio, Mas y Junqueras acordaron finalmente concurrir juntos a las elecciones en una lista encabezada por tres personajes de la sociedad civil.
Los partidos no secesionistas -PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos- insistieron en que las elecciones no podían ser plebiscitarias, pero asumieron que existía un riesgo de ruptura, y la campaña quedó polarizada entre separatistas y unionistas.
Llegaron así los comicios "más importantes de la democracia", en los que estaba en juego si la región más poderosa de España -un 19% del PIB, el 16% de población y un 25% de exportaciones- se separaba justo cuando se estaba dejando atrás la crisis y a tres meses de unas generales que podían cambiar todo el mapa político.
Los grandes problemas como la corrupción en el partido de Mas y las políticas de ajuste que implementó su gobierno -en clara sintonía con Rajoy- quedaron en segundo plano, y todo se redujo a la viabilidad de la secesión y la continuidad de Cataluña en la Unión Europea (UE).
El 27 de septiembre, "Junts pel Sí" (Juntos por el Sí), la lista unitaria impulsada por Mas, se impuso en los comicios pero sin mayoría absoluta, umbral que sólo podría alcanzar con el respaldo de los anticapitalistas de CUP (Candidatura d' Unidat Popular), la fuerza con menos representantes.
Un dato significativo es que el bloque secesionista no llegó a superar el 50% de los votos que validarían el plebiscito o referéndum que se quería suplantar con las elecciones.
Pese a ello, en la simbólica fecha del 9 de noviembre, el flamante Parlamento aprobó una declaración para inaugurar "el proceso para la creación de un Estado catalán en forma de república".
El Ejecutivo español impugnó de inmediato la declaración ante el alto tribunal, que ordenó su suspensión y advirtió a 21 responsables políticos catalanes, entre ellos Mas, de las consecuencias legales y administrativas de incumplir su mandato.
Finalmente, en un tiempo récord, el 2 de diciembre, el TC declaró "inconstitucional la declaración" para zanjar el asunto en vísperas del comienzo de la campaña electoral de las generales.
El gobierno catalán, no obstante, dijo que "los efectos políticos de la declaración no se verán frenados por la resolución del TC".
Fuente: Télam
Martes, 29 de diciembre de 2015
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