Mercado de divisas
Efectos colaterales del corralito cambiario: alertan por efectos de la "inflación blue" en el bolsillo de los argentinos
En un tiempo no muy lejano, el dólar era usado como ancla ante la suba de precios. Claro está, mientras el valor oficial era el que dominaba la escena. Pero la llegada de su colega, el paralelo, comenzó a ponerle fin a esa etapa, al constituirse en referente. Los sectores más afectados

Miércoles, 6 de junio de 2012
"El ancla", así era visto al dólar en los últimos años. Una especie de fuerza que hacía de contrapeso a la continua y pronunciada suba en los precios de los bienes y servicios.
Todo en la Argentina podía aumentar de valor a tasas aceleradas, menos el billete verde (y las tarifas). Así era la premisa.
Pase lo que pase, el país debía mantener su régimen de "flotación administrada", lo que implica una devaluación de a centavitos, mientras los salarios y los precios de los productos seguían su alocada carrera alcista.
Hasta que comenzó a dudarse hasta qué punto era sano la idea de depender de un dólar "anclado" como mecanismo para evitar mayores presiones inflacionarias. Y esta polémica fue ganando en intensidad, al tiempo que fue dividiendo las aguas entre analistas, funcionarios y empresarios.
De un lado del mostrador, algunos advertían que la Argentina se estaba encareciendo en dólares, que el billete verde venía abaratándose, mientras que los industriales levantaban la mano para avisar que el país estaba perdiendo aceleradamente competitividad cambiaria.
Del otro lado, quienes defendían el modelo K, señalaban que el hecho de mantener a la divisa estadounidense anclada contribuía a que los precios no entrasen en una espiral inflacionaria y que resultaba funcional para mantener el boom consumista.
Ese era el debate que se daba hasta antes de las elecciones presidenciales.
Pero, apenas transcurrida las urnas, "otra Argentina" irrumpió en escena.
Primero se instauró el "cepo al dólar" -que permitía la compra sólo a aquellos con ingresos suficientes- y que luego derivó en el "corralito cambiario", que restringió la adquisición de divisas a buena parte de la población, pese a contar con recursos suficientes para justificar sus transacciones.
Y esto, a su vez, dio lugar a la irrupción de otro protagonista, del que durante muchísimos años no se habló: el dólar paralelo o blue, que emergió de nuevo a la superficie y pasó rápidamente a ser el centro de atención de ahorristas, particulares y empresas.
Cuanto mayor iban siendo los controles oficiales, más éste se iba alejando de la cotización oficial, hasta tomar un 30% de distancia.
Es así como, en esta "nueva Argentina" en materia económica -que nació tras los comicios- comenzó a gestarse un sinfín de interrogantes.
Entre ellos, quizás uno de los más importantes, tiene que ver con saber si seguirá funcionando la estrategia de usar al dólar como ancla -en plena crisis cambiaria- o si, por el contrario, sobrevendrá un nuevo tipo de inflación, ahora vinculada no con el repunte del dólar oficial, pero sí del informal.
Algunos analistas no dudan en llamarla la "inflación blue", por ser consecuencia de una cotización que al ir alejándose del otro valor -es decir del fijado por el Banco Central- dio lugar a un desdoblamiento cambiario. No escrito, pero vigente en la práctica.
"Esta economía venía siendo expansiva en todos los ámbitos. En la emisión de pesos, en el gasto público, en los salarios, y lo único que anclaba nominalmente era el tipo de cambio", señala Gastón Rossi, exviceministro de Economía y socio de la consultora LCG.
Y agrega que "durante un tiempo cumplió el efecto de disciplinar los precios domésticos, pero ahora puede ocurrir que muchos sectores empiecen a tomar como referencia al dólar informal".
En tanto, el consultor Federico Muñoz es tajante al afirmar que "como mínimo, el ancla cambiaria ha perdido fuerza, porque el blue emerge con un potencial inevitable".
Para este economista, no hay que dejarse confundir por el hecho de que el mercado cambiario paralelo sea pequeño en términos de volumen.
"Lo que no se puede eludir en este contexto es que hay un cambio de expectativas. Y el dólar blue tiene una influencia muy grande, no sólo porque se constituye en un referente sino, además, porque deja al desnudo el insostenible atraso cambiario que tiene la economía", indica Muñoz.
En la misma línea, un análisis de Economía & Regiones, dirigido por Rogelio Frigerio, advierte que la batalla kirchnerista contra la compra de dólares puede resultar un arma de doble filo, porque implica mayores expectativas inflacionarias.
"El Gobierno pretende seguir redoblando la apuesta y acrecienta la tasa de expansión del gasto público, que financia emitiendo cada vez más pesos cuando la gente no demanda dichos pesos. El exceso creciente de oferta monetaria se traduce en mayores expectativas de inflación y de devaluación", sostiene.
Sus dichos son compartidos por varios analistas, que advierten que ya nada alcanza para contrarrestar el abaratamiento del dólar -ni siquiera el atraso en las tarifas de los servicios públicos- de modo que los argentinos, sea del modo que fuere, buscan evitar a la moneda local y refugiarse en cualquier tipo de activo dolarizado.
En consecuencia, la idea que está cobrando cuerpo entre los economistas es que se terminó una etapa: la del billete verde con las espaldas suficientes como para hacer de "ancla" frente a la inflación.
Peor aun, ahora la falta de competitividad cambiaria sigue y el Gobierno, en caso de que haga subir al dólar más rápido -tal como lo está haciendo- se quedará con toda la parte negativa de una devaluación y con ninguno de sus beneficios.
Con el mercado cambiario convulsionado, los datos de inflación han vuelto a primera plana.
Ajustando los ingresos en "blue"
Según las estimaciones que, off the record, comentan los economistas, entre enero y mayo (5 meses) los precios de los bienes y servicios acumularon un incremento del 10 por ciento.
Y lo que llama la atención es que, a pesar de los evidentes signos de enfriamiento de la economía, el ritmo de aumentos sigue siendo duro de bajar.
Así, mientras se habla cada vez con más insistencia de "estanflación" -ese desagradable término inventado para designar a la situación de estancamiento económico con alta inflación- surge la preocupación de si la situación empeorará, al desaparecer el ancla cambiaria.
Ocurre que hoy el dólar oficial comienza a perder su capacidad de referente para la economía y contención para el resto de los precios. Al haberse gestado un mercado paralelo -que concita el interés de particulares y empresas, aunque mueva poco volumen- lo que sucede con el valor de pizarra pasó a constituir sólo una parte de la realidad.
La otra viene dada por lo que ocurre con "su colega" -el blue- y por la incertidumbre y tensión que genera la volatilidad cambiaria, en una cultura dolarizada como la de los argentinos, acostumbrados a medir su patrimonio en dólares.
¿Por qué? Porque hace que las empresas busquen cubrirse ante mayores costos de reposición, subiendo para ello los precios y armándose un "colchoncito". Además, se muestran menos propensas a invertir para producir más y amortizar la suba de gastos.
"Hay un cambio de humor muy violento. Y todo el dinero que inyecta el Gobierno va a precio y no a cantidad", explica Javier González Fraga, ex presidente del Banco Central.
El consenso que se está formando es que, tarde o temprano, se verificará una tendencia a que muchos precios de la economía tiendan a ajustarse según la evolución del dólar paralelo.
A modo ilustrativo, en diálogo con este medio, un importante empresario, dueño de una red de concesionarias de autos de alta gama, señalaba que había comenzado a recibir vehículos del exterior con facturas a precio abierto. Es decir, sin cotización a valor dólar oficial.
Pero esta incertidumbre no sólo se da en el caso de los bienes. También se traslada al rubro servicios.
"Un electrodoméstico puede mantenerse en precio, si es que al comerciante le dejan acceder al dólar oficial. Pero en el caso de compañías de servicios -desde una peluquería hasta una consultora- lo que cobra depende más de las expectativas sobre cómo va a seguir la economía", señala Rossi, de LCG.
"La gente tiene ahora una expectativa en el sentido de que el tipo de cambio oficial va a cerrar la brecha con el blue, y entonces se adelanta a la corrección cambiaria que supone que va a venir", agrega.
En la misma línea, Gabriel Caamaño Gómez, economista jefe de la consultora Ledesma, indica que históricamente las presiones inflacionarias han impactado antes en los servicios y en los bienes no transables internacionalmente que en aquellos productos importados.
"El motivo es que el impacto no es sobre el dólar como moneda de intercambio sino, más bien, sobre su función de atesoramiento. La gente va a ajustar el costo de los servicios que provee -y que cobra en pesos- para sentir que sus ingresos no caen tanto en términos de aquellos dólares que puede adquirir", expresa.
Aunque señala que este ajuste se da como un proceso gradual, porque muchos precios, al estar regidos por contratos, no son pasibles de actualización inmediata. Señala el caso de los alquileres como un ejemplo típico.
Después hay que considerar el hecho de que la economía argentina mantiene altos niveles de informalidad y no todos los importadores tienen acceso al mercado de divisas "en blanco".
"Cada sector va colocándose el dólar que se le da la gana. Hay industriales que están valuando sus insumos a un dólar de $5,00, porque los consiguen en forma oficial. Otros, directamente utilizan el blue. El que vende un instrumento musical, no sabe si lo va a poder reponer, entonces, por las dudas, lo vende considerando un valor de $5,30", señala Salvador Di Stefano, consultor financiero con base en Rosario.
Sin blindaje contra aumentos
Hay, además, otra sospecha que también se está instalando en el mercado: por más que haya acceso al dólar oficial para quienes importan productos, eso no implica necesariamente un "blindaje" porque, en la medida en que la brecha con el "blue" se mantenga, también en ese sector comenzarán a cambiar las expectativas.
La advertencia que hacen los analistas es que siempre quedará la duda sobre el futuro, tanto en el sentido de si el nivel del tipo de cambio oficial se podrá mantener, como en el sentido de si habrá nuevas restricciones en el acceso a las divisas.
Y, ciertamente, las versiones que han circulado respecto de un eventual desdoblamiento del tipo de cambio, entre un dólar para exportadores y otro para importadores, no ayudan al respecto.
Ante esa situación, también los comerciantes empiezan a tomar medidas preventivas. Como una concesionaria de autos de procedencia alemana, que puso un cupo a la gran cantidad de clientes que pedían reservas.
El temor del propietario es que, como ya ocurrió en otras épocas de inestabilidad, una vez vendidas las unidades, no esté en condiciones de reponer la mercadería, sea por una devaluación o por medidas de política económica.
De hecho, toda la agenda de los empresarios está hoy condicionada a la posibilidad de nuevas restricciones. Y esto hace más notorias las señales de enfriamiento.
Mientras tanto, un nuevo fantasma recorre la economía argentina, y es más feo que el de la devaluación. Es el fantasma de la estanflación, ahora teñida de "blue".
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