Torneo Inicial Tiene Correa para enlazar a Newell’s  El pibe de 18 años marcó un golazo que le sirvió a San Lorenzo para ganar el clásico y quedar a dos puntos del líder, con el que se enfrenta el sábado en Rosario, justamente la ciudad natal de su figura, que es hincha de Central.
No hace un año que el pibe de 18 años, al que muchos ya aplaudían en los partidos de reserva, debutaba en la Primera de un equipo que necesitaba renovar juego e ilusiones. Ángel Correa es de esas apariciones que no pasan inadvertidas en el ambiente futbolístico, y no sólo por su corta edad, sino porque cada vez que toca la pelota lo hace con dotes de crack. Siempre hacia adelante, sin temerle a los rústicos defensores o a algún reproche por algún exceso de habilidad, el juvenil azulgrana demostró una vez más que su calidad no es impostada. Y como para enamorar aún más a los hinchas cuervos, Correa se convirtió en el nuevo verdugo de Boca. Al Xeneize lo enfrentó en dos ocasiones y le convirtió en ambas oportunidades, en la primera ocasión por el Torneo Final, en su debut en la red. El Nuevo Gasómetro fue testigo de su nueva obra. Su elección para dejar en el camino al Cata Díaz, fue un síntoma de que después de un primer tiempo brillante, seguía encendido. E inmediatamente después de semejante acción desequilibrante, no dudó y dejó de lado toda delicadeza para fusilar a Orion de puntín, en el arco que le da las espaldas a la pensión donde vivió cuatro años e hizo estallar a las 40 mil gargantas cuervas presentes. En ese pichón nacido en Rosario se proyectó el pase de magia que parecía sesgarse ante cada intento del gran ídolo cuervo y propio, Leandro Romagnoli. El Pipi no desentonaba en el buen juego del equipo dirigido por Juan Antonio Pizzi. Sin embargo la pólvora del 10, incluso en el penal, parecía desilusionar las almas teñidas de azulgrana. Aunque cuando se cuenta con tantos jugadores de jerarquía, con marcadas intenciones ofensivas, la responsabilidad no recae en un solo hombre. Esa acumulación de magia es la que le permite soñar a San Lorenzo. Que no cuenta con un goleador. Que extraña demasiado a Martín Cauteruccio y a Gonzalo Verón, quien mañana será operado de la lesión en su rodilla derecha. Sin embargo, en el plantel del actual escolta del campeonato hay recursos como para superar desde el minuto inicial a un gigante desde el nombre como lo es Boca, pero que en el juego quedó muy reducido. Y con esa bandera bien alta, sin abandonarla ni aun después del cachetazo de la final perdida en Catamarca, el Ciclón sueña con dejar de ser promesa y dar el zarpazo. Con el triunfo de ayer, San Lorenzo se convenció que ese es su camino. Esa filosofía de juego parece haber invadido a los protagonistas que como conjunto se solidifican en una columna vertebral que rinde siempre, especialmente en Torrico, Mercier y Romagnoli. Y claro, de Correa. Pícaro y tímido a la vez, el nuevo crack de Boedo, el que buscan desde los principales clubes de Madrid, como el Real y el Atlético, se retuerce cada vez que tiene que reconocer su satisfacción y alegría. Aunque a Angelito Correa su sonrisa lo delata, y así como sabe que mamá Marcela lo esperará con milanesas porque volvió a convertir, el que fue el séptimo gol de su carrera. Este pibe, que justamente es hincha de Central, también reconoce que contra Newell’s, en su ciudad natal, será decididamente la final en la que San Lorenzo necesita “sacar adelante como este partido”, para soñar con los ojos entreabiertos.
Lunes, 4 de noviembre de 2013
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