BOCA Y el equipo no aparece  Carlos Bianchi busca fórmulas, ensaya variantes, intercambia figuritas, inventa nuevas funciones, pero la realidad indica que por ahora la formación que seduzca al Virrey está lejos de aparecer.
El arquero, el primer marcador central, el mediocampista central, el enganche y el delantero de área. La famosa columna vertebral desde la que nacen la recuperación, la gestación y la definición de las jugadas de un equipo. Esa que Carlos Bianchi todavía no pudo encontrar en esta nueva etapa como entrenador de Boca. El titular en el arco es Agustín Orion, ahí no hay dudas. Pero en las otras cuatro posiciones no hay un dueño definido. ¿Quién es el zaguero que manda en el fondo: Matías Caruzzo, de flojo arranque y autor de dos penales en los dos encuentros que jugó, o el recién llegado Claudio Pérez? ¿Quién se encarga de recuperar en el medio: el silbado Leandro Somoza, Cristian Erbes o acaso el aguerrido Ribair Rodríguez? ¿Y el enlace? Hasta que vuelva Juan Román Riquelme, ni siquiera está claro si el Virrey volverá a probar una formación con un armador definido. Arriba, ¿cómo definir quién es el dueño de la 9 si Santiago Silva y Lucas Viatri hace rato andan peleados con la red rival? Todos interrogantes que aún no tienen respuesta en la cabeza del entrenador. Encima, en las otras posiciones, en especial en la mitad de la cancha, el panorama tampoco está demasiado claro: hasta aquí, sólo tres jugadores de campo estuvieron en los tres partidos oficiales que disputó Boca en lo que va del semestre (Clemente Rodríguez, Guillermo Burdisso y Juan Manuel Martínez) y ninguno de ellos es volante. El técnico tiene una idea de lo que pretende que plasme en la cancha su equipo pero, con tan pocas cuestiones para sacar en blanco, hoy lo que no está claro es cómo llevarlo a cabo. Por eso, los cambios de nombres, de esquemas, las pruebas (como la presencia de Lautaro Acosta como mediocampista por derecha) y las distintas actitudes que mostró el Xeneize en sus partidos: entre los riesgos que tomó frente a Toluca y la excesiva cautela frente a Tigre, apenas pasaron cuatro días. Sin embargo, más allá de la sensación de inestabilidad que rodea al equipo, este arranque de ciclo con cambios masivos tiene un antecedente. En 2003, cuando se inició el segundo Virreinato, el arranque de competencia fue calcado al actual: debutó en la Bombonera en el Clausura contra Nueva Chicago con un 4-3-1-2; cuatro días después recibió a Independiente de Medellín por la Libertadores y probó una formación con doble enlace; y al fin de semana siguiente, en la segunda jornada del torneo local, realizó siete modificaciones respecto del equipo que había jugado en la Copa y cayó 2-0 con Unión en Santa Fe. La principal diferencia con aquel entonces está, básicamente, en los resultados en casa: tanto el duelo contra el Torito como el debut copero fueron con sendos triunfos, en los que el equipo no mostró dudas ni fisuras. La contracara es lo que sucedió en el primer ciclo de Bianchi en la Ribera. Por aquel entonces, el hechizo fue inmediato: desde el debut oficial del DT, frente a Vélez por la Copa Mercosur, la base del equipo apareció de entrada y en las primeras tres fechas del campeonato solamente realizó modificaciones obligadas porque Jorge Bermúdez y Guillermo Barros Schelotto se lesionaron. Los resultados son harto conocidos: 40 partidos invicto para ganar de punta a punta los dos torneos de la temporada. Ahora no se aspira a tanto en el corto plazo. Pero la idea es poder salir a la cancha con la tranquilidad de que, al menos, la base está. JUGADORES 4 son los que actuaron en los tres partidos: Agustín Orion, Clemente Rodríguez, Juan Manuel Martínez y Guillermo Burdisso.
Fuente:Infonews
Miércoles, 20 de febrero de 2013
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