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Nacionales "Verano ochentoso": el dólar, candidato a ser el tema "hit" de unas vacaciones que asoman con viejos recuerdos Reservas en baja, blue por las nubes y alta inflación. Un cóctel conocido por los veteranos y que ahora amenaza con decir de nuevo presente. El Gobierno, con menos margen de acción, está preocupado por una "conspiración verde". Factores de una neo corrida y los temores de Cristina De todos los "fantasmas" que se han agitado en los últimos días -incluyendo conspiraciones y planes desestabilizadores- hay uno que se destaca y que genera temor a todos los que tienen más de 40 años: la posibilidad de revivir un "verano ochentoso".
Ocurre que están confluyendo ingredientes económicos, políticos y sociales que hacen que empiecen a verse puntos de coincidencia con los inolvidables períodos estivales del tramo final del gobierno alfonsinista.
En aquellos tiempos, la conjunción de una administración que enfrentaba el final de su mandato con mayor debilidad política y de una economía que perdía dólares a igual velocidad a la que crecía su déficit fiscal, generaron una combinación explosiva.
El combo incluía: un dólar paralelo disparado, nerviosismo de ahorristas por encontrar refugios ante una inflación que se agudizaba y, para colmo -en medio del calor de enero- apagones, producto de un sistema eléctrico al borde del colapso.
Para completar el cuadro, un gobierno que veía conspiraciones por doquier y denunciaba que lo querían forzar a tomar medidas que prefería evitar.
Así se vivió el enero de 1989 en la Argentina. Y muchos analistas consideran que ahora hay un aire sospechosamente familiar. No porque vaya a haber una inflación como la de aquellos años, pero sí en el sentido de que los problemas de la economía amenazan con agudizarse, siendo la brecha entre el dólar blue y el oficial un síntoma de ello.
Esperando la conspiración verde ¿Puede llegar a ocurrir semejante escenario de agudización de problemas después de las elecciones del 27 de octubre?
Muchos creen que sí, empezando por la propia Cristina Kirchner quien, en sus últimos discursos, viene advirtiendo sobre el riesgo de que "grupos poderosos" impulsen una devaluación y que, para ello, busquen desestabilizar la plaza cambiaria.
"Hay intentos muy claros de sectores económicos y financieros de retrotraernos a la década del 90, que generó pingües ganancias para muy pocos. Una Argentina endeudada, que se conjugue todo con devaluaciones que implican formidables transferencias de sectores asalariados a los más pudientes", dijo la Presidenta en su comentada entrevista con Jorge Rial.
En esa oportunidad, recordó algo que ya venía mencionando en sus últimas apariciones públicas: la acelerada fuga de capitales de finales de 2011, cuando obtuvo su reelección con un 54% de apoyo popular.
Para la Presidenta no hay dudas: ese fenómeno no se debió a que miles de pequeños ahorristas hayan tomado medidas defensivas ante las crecientes distorsiones de la economía. Por el contrario, fue obra de un pequeño grupo de empresarios que quiso ganarle una pulseada.
"Lo vi con total claridad a los pocos días de ganar las elecciones presidenciales, cuando en una corrida bancaria se llevaron 5.000 millones de dólares. Me querían obligar a devaluar", había dicho pocos días después de las PASO de agosto, al inaugurar el "diálogo" con directivos de las cámaras empresariales.
Luego, con Jorge Rial, fue más explícita al advertir que "lo que quieren los sectores económicos es imponerle condiciones al poder político". Y que está preparada para esperar "cualquier cosa" de parte de grupos con los cuales ha confrontado, como el multimedios Clarín.
Los factores de la neo-corrida Los economistas discrepan con Cristina respecto de quiénes promovieron la fuga de capitales y cuáles fueron sus motivaciones.
Pero muchos de ellos coinciden en el tema de fondo: es cierto que hay posibilidades de que puedan producirse tensiones en la economía luego de las elecciones, y que el protagonista del verano sea el dólar.
Claro que la existencia del cepo cambiario marca una diferencia respecto de los viejos tiempos, porque esta vez el nerviosismo no se reflejará en la clásica corrida de gente pidiendo divisas en las casas de cambio.
Ahora, con la ventanilla oficial de dólares cerrada, igual existe una posibilidad de fuga, aunque revestida de nuevas formas. Las principales serían:
Una mini corrida bancaria por parte de los ahorristas que aún tienen dólares depositados. Una "fuga turística" de quienes temen mayores medidas restrictivas a los viajes y quieran asegurarse el "subsidio" de un tercio menos del valor del pasaje aéreo. Una "fuga consumista" que afecta reservas. Especialmente en rubros como los autos y la tecnología. Esto, porque ambos son tipos de consumo que implican altas importaciones, ya sea de productos terminados, autopartes o piezas de ensamble. Una demanda exacerbada de dólares blue, de particulares asustados que quieren ponerse a resguardo -porque creen que se viene una escapada mucho más aguda- o de quienes necesitan recurrir a las cuevas para buscar cash para sus vacaciones.
Por otra parte, el hecho de que sobre fin de año se acumulen obligaciones financieras del Estado lleva a que sea necesaria una mayor emisión monetaria: la situación de más pesos y menos dólares pone una cuota de presión extra para la suba del billete informal.
Tensiones ochentosas No todos coinciden respecto de qué tan rápido podría darse este proceso: mientras algunos temen una aceleración de los problemas en el corto plazo, otros creen que todavía hay margen como para que el Gobierno pueda "pilotear" la situación hasta el traspaso político de 2015.
Entre los escépticos figura Federico Muñoz, uno de los consultores más escuchados por los empresarios, para quien es inexorable "una colisión" de la economía.
Al analizar la acelerada pérdida de reservas del Banco Central y la negativa del Gobierno a adoptar medidas que ataquen el motivo de fondo, Muñoz diagnostica "que será inevitable un fuerte ajuste devaluatorio, que tendrá lugar antes de la finalización del mandato de Cristina. Probablemente, en 2014".
Al enumerar los problemas que considera que el Gobierno no estará en condiciones de resolver, señala "el atraso cambiario, la falta de dólares agrícolas por la caída de los precios y de la cosecha, el déficit energético y la carencia de dólares financieros".
Y si bien reconoce que la administración K ha admitido el problema del atraso cambiario al aumentar la tasa devaluatoria, advierte que si esa política no es acompañada por un intento de moderar la inflación, "se podría llegar a una dinámica económica comparable con la de la década de los '80".
Otro experto que cree que se viene una aceleración del tipo de cambio paralelo es Salvador Di Stefano, un consultor influyente entre los productores sojeros, quien pronostica que "el dólar blue está próximo a pasar los $10".
Justifica esta predicción en la "gran descapitalización del Banco Central" y en la relación entre reservas y pesos en circulación, ya que hay cada vez menos dólares para cubrir una masa monetaria creciente.
Di Stefano observa que si se proyecta el comportamiento del mercado cambiario de los últimos tres meses, la tasa devaluatoria oficial está en 30% anual, mientras que la del blue se ubica en un impactante 78%.
Su impresión es que luego de las elecciones legislativas viene "el cepo del cepo". Lo justifica así: "El Gobierno no puede seguir perdiendo dólares por los viajes de argentinos al exterior, tampoco por los autos importados, ni puede continuar con la actual política de subsidios".
Lo cierto es que, para muchos, el Gobierno enfrentará una disyuntiva clásica de otros tiempos turbulentos: decidir si defiende el nivel de reservas o si quiere incidir en el precio del dólar paralelo.
Como en algún punto no se pueden hacer las dos cosas al mismo tiempo, muchos creen que la elección será la tradicional: dejar que se escape el blue.
"Para fin de año, el tipo de cambio de equilibrio se ubicará en los $11. Y hay una dinámica difícil de sostener, porque tienen que hacer algo para evitar que sigan cayendo las reservas y, en ese marco, es posible que la brecha del paralelo con el oficial se amplíe o que haya una fuerte suba de las tasas de interés", apunta Gastón Rossi, economista jefe de la consultora LCG.
Un margen de acción que se achica Los economistas que se manifiestan más preocupados son aquellos que ven que el margen de acción del Gobierno está achicándose aceleradamente.
En esa tónica observa el panorama Diana Mondino, docente de finanzas de la Ucema, para quien "el mercado ya se ha anticipado a la falta de dólares, un problema que recae más en la menor credibilidad del Gobierno que en los inconvenientes de la balanza de pagos".
En este contexto, Mondino opina que no es mucho lo que pueda hacer el Ejecutivo si se llegara a exacerbar la suba del dólar paralelo.
Lo paradójico es que, incluso la adopción de ciertas iniciativas que podrían considerarse lógicas para frenar la sangría de divisas -como un encarecimiento del turismo- es vista por algunos economistas como algo que en el corto plazo podría poner más presión sobre el mercado cambiario.
"Ya vimos que las medidas de freno al turismo causan, como primera reacción, un alza sobre el precio del blue, al menos durante un tiempo", es la pesimista observación de Aldo Pignanelli, ex titular del Banco Central.
Para peor, algunos analistas argumentan que hasta situaciones que podrían ser consideradas buenas noticias van a tener su costado negativo. El ejemplo más evidente es el ingreso de dólares de parte de la cosecha agrícola que todavía no ha sido exportada.
Las estimaciones más conservadoras ubican en 8 millones de toneladas la porción que sigue retenida en los silobolsas. Hablando en plata, esto supone unos u$s4.000 millones que están pendientes de ingresar al mercado.
Por un lado, para un Gobierno que desespera por divisas, este ingreso sería una bocanada de oxígeno. Pero, por otro, los analistas advierten que ello implicaría una fuerte emisión de pesos para comprar esos dólares que ingresen, lo cual pondría más presión sobre la inflación.
De esta manera, todos los ingredientes del cóctel post-electoral parecen estar presentes para que el verano suene con "hits" de los que entonan los cuarentones. No falta ni el temor a los apagones.
Fuente: Iprofesional
Miércoles, 9 de octubre de 2013
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